Lic. Jordi Veras.
El caso “Jordi Veras” dejó de ser de una persona, de una familia, de un grupo. Lo he repetido hasta la saciedad, que el expediente Jordi Veras, una gran parte de los dominicanos y dominicanas, lo han acogido para sí, no era tan sólo por mi persona o la de mi padre. Sino porque todos vieron lo ocurrido en su propia carne y sangre. La gente se identificó porque a quien habían baleado no se trataba de un narcotraficante; un lavador de dinero; un mafioso; un terrorista; o como quisieron vender y que compraron unos cuantos que se dicen comunicadores, de la idea que tenía que ver por faldas; porque no se trataba de un abogado dedicado a estafar, engañar o robarle a sus clientes a los contrarios. En fin, la solidaridad para con el caso era porque simple y llanamente un profesional del derecho había logrado hacer un trabajo legal, ético y correcto, no más.
A dieciséis meses y dos días, finalmente, hemos llegado, tanto la fiscalía como nuestra familia y los abogados, al final y a la vez el comienzo. Al final de todo un proceso de investigación en que hubo que tener paciencia, comprensión y fe en el trabajo de los investigadores policiales y la dirección del Ministerio Público de Santiago y Santo Domingo. Al final de una investigación que conllevaron horas, días, semanas y meses de angustia y de alegrías; de esfuerzos hechos en equipo y del trabajo decidido y tenaz de todo el que tuvo algo que ver con esta fase. Hemos realizado el comienzo de otro proceso que más adelante haré mención.
A un año y cuatro meses, es mucho lo que ha cambiado la situación delincuencial de Santiago y los crímenes por encargo o sicariato en esta ciudad, han ido en incremento y ya no tienen que estar relacionados necesariamente con asuntos de drogas o lavado. Es todavía mayor el compromiso propio, el de mi familia y el de todo que se ha identificado con el caso “Jordi Veras”, no por mí, sino por el hombre y mujer de trabajo, que desea cosas mejores para sí y su familia, que debemos unirnos y decidirnos a enfrentar como un todo este fenómeno de la delincuencia y el sicariato.
El pasado lunes veintiséis de septiembre fue el día en que, iniciamos, como expresé más arriba, un nuevo proceso o etapa, se presentó la acusación formal por el ministerio público en contra de los señores Adriano Rafael Román Román: Francisco Alberto Carela Castro; Engels Manuel Carela Castro; Roberto Zabala Espinosa; Candy Caminero Rodríguez; Franklin Gabriel Reynoso Moronta; y Arturo José Ferreras Del Castillo (a) Moreno. Todos como implicados e imputados en el atentado contra mi vida, el pasado 2 de junio del 2010. Sin dejar de lado aquellos ex agentes que fueron separados por haber tenido alguna participación en el mismo y de los que bien sabemos qué tipo de participación tuvieron, aunque no forman parte del mismo.
Estoy consciente y mi familia, que apenas inicia un camino y un trayecto el cual debemos transitar y que no será fácil, si a depender de los acusados e imputados y sus abogados se refiere. Pero para eso, todos nos hemos preparado. Lo que sí pueden estar seguros, que no seremos presas de la desesperación ni la impaciencia. Pero si seremos vigilantes.
Contamos como familia, con la ayuda y la fe de Dios y la solidaridad de lo mejor del pueblo dominicano, que hasta ahora nos han dado su espaldarazo para enfrentar los retos que se han colocado. Para enfrenar a los que creen en la cobardía de mandar a matar y de esconderse tras un arma para mostrar su valor y su necesidad de obtener dinero fácil. Para enfrentar a los que no creen en la justicia seria, honesta, valiente y responsable y piensan que todos y todas tienen un precio. Para enfrentar a los que hace tiempo vendieron su alma al mismo demonio y se han convertido en monstruos legales.
Estoy confiado junto a mi familia, de que Dios, así como lo ha hecho, hará su parte en esta nueva batalla. Estoy confiado de que lo mejor de la judicatura de Santiago y el país, serán quienes tendrán en sus manos el expediente que sustenta dicha acusación. Con esos jueces probos, honestos, responsables y valientes, es que esperamos que la justicia se imponga ante el crimen y el terror. El odio ni el rencor embargan mi corazón, ni mi alma.
El trayecto de la recuperación no ha sido fácil, sin embargo, esto no nos amilana, ni nos ha hecho ni nos hará menos, al contrario, hoy más que nunca debo estar de frente y de cara al Sol para seguir la vida que no se detiene. Dios ha sido más fuerte que mis asesinos. físicos y morales. No es venganza lo que busco, sino justicia.