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viernes, 27 de mayo de 2011

Aprendiz de madre.

Josefina Almanzar.


Siempre me he sentido ser una persona bendecida y hasta cierto punto privilegiada. Dios ha sido mi gran aliado, mi amigo en todos los momentos, circunstancias y caminos de mi vida.

Nunca me ha abandonado, siempre he sentido su presencia. Cuando algo o alguien no me ha convenido, cuando no va aportar nada positivo en mi vida, El se ha encargado de quitarlo de mi camino aunque no le haya comprendido o aceptado en ese momento.

Ahora Dios y La Virgen me entregan su más hermosa bendición, me han dado la oportunidad y el privilegio de ser dadora de otra vida y lo han hecho tal y como se lo pedí en mis oraciones más íntimas: en perfecta armonía, en perfecto Orden Divino, bajo su manto de Luz, bajo su manto de Amor.

Hoy ese ser está a mi lado compartiendo mis días en una experiencia única, sin igual, indescriptible.

Cada momento compartido es mágico. Cada amanecer se abren sus ojos a la luz del nuevo día y así como su mirada, profunda, descubridora de todo un mundo nuevo se posa en la vida en sus diversas manifestaciones, así mismo, se abren en mí capítulos de aprendizajes cotidianos.

En esta etapa de maternidad hay un contínuo aprendizaje. Cada día se cierra una página y comienza otra nueva llena de descubrimientos y aventuras nuevas y así quiero vivirla siempre: como una aprendiz de madre. Con una actitud abierta a los cambios que vendrán tan de prisa que muchas veces no sabré cómo ni cuándo se produjeron.

Quiero vivirla con entusiasmo, con alegría. No como sacrificio como tantas veces solemos vivir las mujeres esta etapa de nuestras vidas.

Le pido a Dios y a La Virgen que así como me permitieron, me hicieron este hermoso regalo, me ayuden a ser siempre una aprendiz de madre. Con una visión optimista e integral en este rol de mi vida. Con una actitud abierta a la comprensión, a la forma de vivir y ver la vida en los tiempos nuevos.

Con la capacidad de autocriticarme con la intención de corregir mis errores, mis debilidades y solidificar mis fortalezas.

Que nunca me permita convertirme en la super madre, sobreprotectora, sabelotodo, repartidora de recetas por dorquier. Que no sea yo obstáculo del crecimiento y aprendizaje propio y exclusivo de ese ser que vino al planeta a vivir su propio camino y a escribir su propia historia.

Que nunca me considere tratarla como una propiedad solo por ser el canal a través del cual vino a formar parte de este planeta.

Que me permita ser humilde, amorosa, comprensiva. Que me de sabiduría, discernimiento, orientación para poder guiarla en los momentos requeridos y sobre todo que me ayude a mantener la inocencia activa para poder vivir el mundo de mi hija con entusiasmo, fe y alegría.

Quiero ser siempre una aprendiz de madre dispuesta hacer caminos al andar. A cerrar capítulos y abrir otros cuando sea necesario. A mirar siempre al horizonte, hurgar en el pasado para extraer las experiencias y vivir el presente latente como la primera vez, como aquel primer grito de libertad, de amor infinito, de conexión con la vida que hace apenas 80 días dio luz a la luz del día.

Feliz día de las madres, mujeres dadoras de vida. Que las bendiciones lluevan sobre su terreno de amor.

La autora es Abogada y Docente Universitaria.