Main Nav

lunes, 6 de diciembre de 2010

Hartazgo delincuencial, lenidad y linchamientos


Nadie debe tomarse la justicia por sus manos; y, mucho menos, segándole eso que llaman vida - que para nosotros es sólo un viaje terrenal transitorio - a ningún ser humano. Ni siquiera las propias autoridades del orden están llamadas a matar a cualquier ciudadano, así por así, salvo que se vean en la obligación de hacerlo, por razones de fuerza mayor.

Ahora, lo que viene ocurriendo en este país, es que la gente ya está harta de los niveles de delincuencia y criminalidad que aquí se verifican. La población se siente desprotegida y burlada por una justicia mal administrada y lenitiva; como, con la aplicación de normativas legales no aptas.

Luego, esa actitud de algunos segmentos sociales nuestros de autoprotegerse, y juzgar por si mismos los actos vandálicos y delictivos de que son objeto, acudiendo a la práctica de los linchamientos callejeros, se debe comenzar a evitar, procurando una administración de justicia más efectiva; que se modifique el nuevo Código Procesal Penal vigente, para readaptarlo a la realidad nuestra, dejando de lado los modelos punitivos copiados de otras latitudes, que aquí no aplican, y que son en gran parte, los que vienen provocando esa situación deleznable, aunque con justificación relativa.

Es que no se puede continuar, bajo ningún concepto, permitiendo que la delincuencia siga arropando a esta sociedad, y que los promotores de esos eventos penales, se burlen luego de los afectados, por la falta de castigo que impera.

Es que estamos en presencia ya, de una respuesta personalizada de tipo retaliatorio, prácticamente obligada; que, incluso, podría tornarse más extensiva y contundente, si las autoridades no se inclinan por comenzar a resolver la problemática.

Eso que ocurrió en Yaguate, San Cristóbal, aunque muy lamentable, la lectura que tiene es la indignación y autodefensa; hartazgo de lo que viene pasando en la zona, sin tener a quien acudir, que resuelva. Es que cunde el miedo y la desesperación se ha apoderado de muchos, ante los tantos hechos reprochables y desaprensivos que acontecen, que muy poco se combaten.

Entonces, el castigar a los “linchadores”, como es la opinión de algunos sectores, sería acabar con parte del problema; no la solución en sí. El asunto es corregir el porqué esas acciones sádicas se producen; las causas que están en su base, de todos conocidas; lo que mueve a la gente a actuar de esa manera irracional, para protegerse.

¡Es que aquí, la justicia no funciona como debe ser! En eso hay que estar claro; y, los organismos de prevención tampoco están haciendo a cabalidad su trabajo. Cuando no, también sus miembros son parte del mismo núcleo delincuencial. ¿Y entonces, qué hacer? Es lo que un sinnúmero de personas dice.

Por tanto, aunque no deben quedar totalmente exentos de castigo alguno, los participantes en esos actos deprimentes, que puedan ser identificados, obviamente, la voluntad política y el combate directo a las causas que están en su base, debe ser lo fundamental. Las acciones restantes, sólo constituyen puros amagos, y nada más.

Autor: Rolando Fernández

www.RFCaminemos.WorldPress.com