Lic. Pedro Dominguez Brito
Admiro a quienes asumen su profesión o trabajo con amor, con ganas. Cuando uno está aburrido con lo que hace, no triunfa, no avanza, vive amargado. “Sólo el amor convierte en milagro al barro”, dijo el poeta.
Y si además de esto, nuestro protagonista es original, se diferencia de los otros, y nos pone a todos a disfrutar, el caso se torna mejor. Hay que atreverse a salirse del montón.
Y cuando alguien así nos deja, el vacío se nota mucho. Esa persona será irrepetible porque dejó huellas distintas a las del ciudadano común; porque hizo historia en su labor, tanto por el fondo (calidad) como por la forma (personalidad atractiva).
Por ello me dolió la muerte de José Lima, uno de los deportistas más carismáticos de nuestra historia. El béisbol dominicano perdió a uno de sus principales líderes dentro y fuera del play.
El espectáculo deportivo queda herido con la partida de uno de sus actores fundamentales. Hay que ver la tristeza que se siente principalmente en Santiago por este lamentable hecho.
“El Mambo”, como le llamaban, murió en Los Angeles y será sepultado en la tierra de las Aguilas Cibaeñas, a la que se entregó en cuerpo y alma.
No me cabe dudas de que el entierro de José Lima será una de las más trascendentales muestras de cariño y admiración que nuestro pueblo le haya dado a alguien.
Paz a los restos de este gran deportista.
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