Pablo se dirigió a Derbe y después a Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía que había abrazado la fe, y de padre griego;
los hermanos de Listra e Iconio hablaban muy bien de él.
Pablo quiso llevarlo consigo y de partida lo circuncidó, pensando en los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.
A su paso de ciudad en ciudad iban entregando las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén y exhortaban a que las observaran.
Estas Iglesias se iban fortaleciendo en la fe y reunían cada día más gente.
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo no les dejó que fueran a predicar la Palabra en Asia.
Estando cerca de Misia intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús.
Atravesaron entonces Misia y bajaron a Tróade.
Por la noche Pablo tuvo una visión. Ante él estaba de Pie un macedonio que le suplicaba: "Ven a Macedonia y ayúdanos."
Al despertar nos contó la visión y comprendimos que el Señor nos llamaba para evangelizar a Macedonia.
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