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lunes, 17 de septiembre de 2007

Mecánico tiene 41 años rediseñando vehículos y aeronaves en Tamboril


Un ingenioso mecánico del municipio Tamboril, en Santiago, después de haber construido una avioneta, la cual puso a volar, diseñar y poner a correr una limusina de 42 pies de largo, dos motocicletas gigantes, ahora ha inventado un carro al estilo de la década del 40, justamente de los que usaba el dictador Rafael Leonidas Trujillo.

A sus 56 años de edad, Fausto Vásquez, conocido en la comunidad Tamboril y gran parte del Cibao Central como “Fausto Limusina”, dijo al LISTÍN DIARIO que desde niño ha sentido pasión por los inventos.

Recordó que su primer invento lo logró cuando apenas tenía 15 años y fue una bicicletica con la cual se desplazaba desde Tamboril hasta Santiago.

Narró que hace varios años inventó una avioneta con un motor de carro Volkswagen, la cual puso a volar, pero cuando estaba a unos 60 metros de altura, una de las alas se desprendió y la aeronave cayó en un platanal del distrito municipal Canca la Piedra, en Tamboril.

“Esa vez me salvé porque me enredé con una mata de platanos que amortiguó el golpe que recibí cuando caí al suelo”, recuerda con emoción el osado mecánico.

Indicó que no conforme con ello, inventó un helicóptero, pero esta última aeronave no la puso a volar, sino que la tenía de reliquia para mostrarla al público y encender su motor.

Señaló que decidió desmantelar el helicóptero y que el motor y otras piezas utilizadas en su fabricación están en un almacén de Canca la Piedra como reliquias.

Fausto Limusina todavía conserva con orgullo en su taller de mecánica de Tamboril, el motor que utilizó en la fabricación de la avioneta y parte de sus alas, así como la hélice del helicóptero, materiales éstos que mostró a los periodistas de LISTÍN DIARIO. Después de fabricar una limusina de 42 metros de largo, la cual llamó mucho la atención en la provincia Santiago, el Cibao y parte del país, Fausto Vásquez, dice que decidió desarmarla porque confrontaba muchos problemas para transitar en los pueblos pequeños.

Inclusive dice que hasta en algunas calles de Santiago tenía dificultad para doblar y tomando en cuenta eso, decidió desmantelarla e inventarse un carro Cadillac de los que se usaban en la década del 40 y que eran del agrado de Trujillo.

“Aquí vino un empleado del Ayuntamiento de Tamboril a decirme que le buscara 20 mil pesos para él gestionar que las autoridades aceptaran mi propuesta, de donarle la limusina para que la colocaran como reliquia en el pueblo, pero ese acto me desencantó tanto que preferí desbaratarla y hacer un nuevo carro”, insistió.

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