El papa Francisco, clausuró recientemente, la Jornada Mundial de la Juventud, en Cracovia, capital de Polonia, tierra del fenecido papa San Juan Pablo II. Por lo que se ha escucha y el testimonio elocuente de los jóvenes, fue una Jornada que marcó el itinerario de vida cristiana, a los que asistieron, y a los que lo seguimos, a través de las redes sociales, radio y televisión. La próxima Jornada Mundial de la Juventud, será en el 2019, en Panamá. Hemos de recordar que es, la segunda Jornada Mundial de la Juventud, que el papa argentino participa. Dice además que no asegura su presencia en el próximo evento juvenil, pero que tenga por seguro que allí estará Pedro. El Romano Pontífice tiene casi 80 años de edad.
Oremos para que si esta en el plan de Dios, el papa Francisco pueda estar presente. A continuación cito algunas frases, que a mi modo de entender, calaron en el corazón de todos nosotros. Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, que recemos por tantas familias de la amada Siria y de otras partes del mundo.
Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia.
Hagamos un rato de silencio y recemos; pongamos ante el Señor los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes «la familia es un concepto inexistente, y la casa sólo un lugar donde dormir y comer”. El encierro siempre va acompañado por su «hermana gemela»: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con otros. Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir.
Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. …jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Dos condiciones para ser jóvenes de futuro: tener memoria y valentía.
Felipe de Js. Colón