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viernes, 29 de julio de 2016

Lealtad versus traición

Una de las actitudes más apreciadas, entre otras, que se valoran de un buen amigo, es la LEALTAD. Alguien ha dicho que, La lealtad es una virtud que se desarrolla en la conciencia, y que implica cumplir con un compromiso, aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. Sin una verdadera lealtad, no hay una amistad. Entre los amigos, surgen relatos de hechos vividos, incluso proyectos comunes interesantes. Los buenos amigos, guardan los secretos, y son fieles a lo acordado. Cuando no hemos sido capaces de callar lo conversado, o no guardar la debida fidelidad  al proyecto forjado, se rompe tristemente, la lealtad; y es considerado, un acto de TRAICION, que supone la violación de un compromiso expreso o tácito. No siempre, la persona esta en capacidad de guardar lo confiado.
    
“La amistad es una flor que se cuida con lealtad, y que se riega con sinceridad” (Danikase). Dios es quien nos regala los amigos, nunca tengamos prisa en buscarlos, como si se tratara de una meta que debo alcanzar. Los amigos, que nunca son muchos, llegan; y una vez, lleguen, valoramos su presencia, su acompañamiento, y todo lo que puedan aportar en la vida de nosotros.
    
Las ofensas de las personas queridas son las más difíciles de perdonar, ya que, además del daño que nos causan, las consideramos una deslealtad sentimental. La actitud traicionera, es un evento no esperado. 
    
Observemos el caso de Judas Iscariote, elegido por Jesús desde la primera hora para ser miembro de uno de los doce. Algunos dicen que Judas, quien procede de los zelotas extremistas, no estaba de acuerdo con la manera en que Jesús llevaba adelante, la idea del Reino de Dios, y que quería forzarle para que actuara también en el plano político contra los paganos. A judas también se le había confiado la bolsa común del grupo. El demonio se apodera del corazón de Judas, y decide traicionar a su maestro por 30 monedas de plata. Con el beso helado, da la señal a los guardias, Jesús es apresado, y ahí mismo rompe su relación con su maestro y su amigo. Dos factores nublan la mente del traidor Judas: su desacuerdo con Jesús, y la ambición desmedida por el dinero. “El dinero es falso y mentiroso, porque promete la seguridad y, sin embargo, la quita; promete libertad y, en cambio, la destruye". (P. Cantalamessa). 
    
En una relación de amistad, o proyecto común, no siempre estaremos de acuerdo en todos los aspectos. La madurez humana nos enseña, a dar la razón, a sopesar las situaciones, y probar. No olvidemos que el protagonismo, desplaza; el dinero mal habido, ciega; y la deslealtad, trae división.
   
 Traiciona el esposo a su mujer, cuando le es infiel o la abandona. Traiciona el empleado(a) a la empresa cuando miente, y se muestra perezoso(a) en la producción. Traiciona el político a su partido, sin motivos graves, cuando acepta postulaciones de otra denominación política, o revela asuntos internos de su partido por  dinero. Traiciona su conciencia el  que cede sus principios, por soborno o chantaje.
    
Decía un pensador: “Existe tres cosas que me decepcionan: La hipocresía, porque no nos permite confiar. La injusticia, porque hace ver a unos más que otros cuando no se lo han ganado. Y la deslealtad porque deja sin piso parte de nuestros principios”. (Luis G. Carrillo).
    
Digamos que el acto traicionero, no se improvisa, y que ya ha habido un desacuerdo, alguna insatisfacción o decepción, tengamos razón o no. He aquí, donde se pone a prueba la lealtad de los verdaderos amigos, en ese descontento,  un amigo de verdad, no vende su conciencia por dinero, ni por prestigio ni por fama. El ser humano que pierde la lealtad, es como si perdiera la vida misma. El camino recorrido con esa persona o grupo, queda truncado, como muerto.        

 Las bellas experiencias vividas, lanzadas al zafacón. Entonces, de qué valió adquirir dinero mal habido, o el prestigio, o fama, inmerecidos, si al final de la existencia se siente, soledad, vacío e infelicidad. Practica la lealtad en todas las circunstancias de la vida.
Felipe de Js. Colón
Felipe de Js. Colón

El autor es,  Juez del Tribunal Eclesiástico