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lunes, 2 de mayo de 2016

El Consolador y el gran Defensor en las pruebas


San Juan 15,26-16,1-4

El Espíritu da testimonio de mí: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho”Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco:

En la visión de Jesús, la consolación es don del Espíritu, el Paráclito, el Consolador que nos consuela en las pruebas y enciende una esperanza que no decepciona.
La consolación cristiana se convierte así en consuelo, aliento, esperanza: es presencia operante del Espíritu (cf. Jn 14, 16-17), fruto del Espíritu y el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza (Ga 5, 22).
En un mundo de desconfianza, desaliento, depresión, en una cultura en donde hombres y mujeres se dejan llevar por la fragilidad y la debilidad, el individualismo y los intereses personales, se nos pide introducir la confianza en la posibilidad de una felicidad verdadera, de una esperanza posible, que no se apoye únicamente en los talentos, en las cualidades, en el saber, sino en Dios. A todos se nos da la posibilidad de encontrarlo, basta buscarle con corazón sincero.
Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan una palabra de consolación, de cercanía, de perdón y de alegría verdadera.
Somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios, que se inclina con ternura de madre hacia nosotros: consagrados, signo de humanidad plena, facilitadores y no controladores de la gracia, bajo el signo de la consolación
[…] Los problemas están, estarán, pero, como se hace en una familia, con amor, buscar la solución con amor; no destruir esto para resolver aquello; no competir. Cuidar la vida de comunidad, porque cuando la vida de comunidad es así, de familia, es precisamente el Espíritu Santo quien está en medio de la comunidad. (Mensaje a los consagrados, 24 de noviembre de 2013)

Diálogo con Jesús

Señor mío, creo siempre que te haces presente en cada momento de mi vida. Quiero crecer contigo en el amor, en sabiduría, en bondad y en misericordia. Por ello, hoy te pido que envíes sobre mí, la fuerza del Espíritu Santo para poder dar testimonio coherente de tus palabras y poder con esto, acercar a los míos y a los demás a tu divina presencia. Necesito esa sabiduría que viene de lo alto para poder ser lámpara de vida. Tú me has dicho que seguirte no será cosa sencilla, vendrán persecuciones, guerras, muchos querrán aislarme y otros simplemente se apartarán de mí por el sólo hecho de pronunciar tu nombre, pero detrás de eso, Tú me prometes que vendrá sobre mí el gran Consolador, ese que lleva al Espíritu a la calma y lo llena de gozo hasta en los momentos de pruebas. Mi Dios, mi Vida, mi Rey, consuélame y hazme consciente que sólo la verdad que trae el Espíritu Santo, es la que nos hace verdaderamente libres y fuertes. Confío en Ti, confío en el Padre que me ama, confío en que el Gran Defensor me asistirá en todo momento y pondrá palabras en mí para llevarte almas que aún no te conocen. Amén