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martes, 22 de marzo de 2016

¡La vil traición!

Hna. Alicia Galíndez
La traición duele hasta los huesos y más aún, cuando se trata de un amigo, alguien que para ti es como un hermano, que ha vivido y compartido los momentos más importantes de tu vida, y todavía es peor, cuando has sido tú, quien le has escogido como amigo.
    
Sin embargo, es tan común la vil traición que hasta Jesús la vivió, un Martes Santo, tal día como hoy, y de Judas, uno de sus discípulos, el responsable de la colecta para ayudar a los pobres y de administrar los gastos del grupo, según el Evangelio de Juan. 

De acuerdo con este evangelista en el capítulo 13, versículos del 21 al 38, los hechos sucedieron así: en el contexto del “Lavatorio de los Pies y de la Cena Pascual”. Jesús está con los doce apóstoles, sentado a la mesa para comer la cena pascual, luego que les ha lavado y secado los pies a cada uno. Dice el relato que Jesús profundamente conmovido dijo: “les aseguro que uno de ustedes me va a entregar” es decir que hay un traidor aquí comiendo conmigo, y todos se alborotan y preguntan ¿seré yo maestro?, e incluso Pedro le hace señas a Juan, el discípulo amado, para que le pregunte a Jesús, quién sería el traidor. Dice el evangelista Juan que Jesús se lo dijo, “aquel a quien yo le de este trozo de pan untado” y se lo dio a Judas, pero ellos no entendieron, era difícil creer que un hermano que se sienta a tu mesa a compartir tu pan, sea el traidor. Observemos que el evangelista señala: “profundamente conmovido” es decir muy afectado emocionalmente, es cuando nos duele hasta el alma y desearías que no fuera verdad. 
    
Todo lo dicho hasta ahora, se refiere a cuando somos víctima de la traición, pero y cuando soy yo el traidor, porque si hacemos un examen de conciencia, quizás nos demos cuenta de cuan falsos, hipócritas, y traidores somos. La infidelidad, la mentira, el hablar mal del otro, los chismes, las críticas, comentarios negativos, la trampa, la corrupción...         

Pero es que incluso al Maestro Divino lo volvemos a traicionar cada vez que cantamos, oramos, y participamos en los actos litúrgicos con los labios y el cuerpo, pero nuestro corazón está lejos, y al salir del templo o celebración… nos comportamos peor que uno que no tiene fe, acaso esa ¿no es una gran traición?.
    
Hoy tenemos la oportunidad de acercarnos a Dios y ser como Pedro, llorar nuestro pecado, pedir perdón, acoger la misericordia de Dios que es grande e infinita. Tomar la decisión de cambiar, de convertirnos y empezar una vida nueva en Cristo. Pidámosle a Él, la gracia de aprovechar los días santos para iniciar una nueva vida, en el amor, con oración, practicando las obras de misericordia espirituales y materiales, participando en la comunidad, siendo buen padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, es decir dando testimonio con la vida de aquello que profesamos con los labios. Deseo que hoy, sea un verdadero “Martes Santo”, al igual que los días que siguen esta semana hasta el domingo, cuando celebraremos la vida, la resurrección, porque nuestra fe no es de muertos sino de vivos.

Hna. Alicia Galíndez