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lunes, 28 de marzo de 2016

¡El amor es más fuerte que la muerte!

Celebramos con alegría la octava de Pascua, que se prolonga hasta el próximo domingo, Fiesta de la Divina Misericordia, justamente en este año extraordinario jubilar de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco en la Bula: “El rostro de la Misericordia”.
    
¡Miren cuanto amor nos ha tenido el Padre, al enviarnos a su único para salvarnos y darnos la vida eterna!. Dios quiere que todos sus hijos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y no se cansa de darnos oportunidades para la conversión.
    
Con la certeza de que Dios nos ama y nos ofrece nuevas alternativas para salir adelante, hemos celebrado la Pascua del Señor, memorial de su pasión, muerte y resurrección, que nos proyecta hacia la comunidad con fe y esperanza.
    
Creemos que Jesús está vivo y tenemos la esperanza puesta en él, que es el Camino, la verdad y la vida, aunque nuestro mundo esté “pastas arriba”, sobre todo en estos días de cuaresma y semana santa en los que sufrimos diversos atentados terroristas: en Túnez, donde además asesinaron a cuatro religiosas misioneras de la madre Teresa de Calcuta, en Ankara, Costa de Marfil, Bruselas y ahora en Pakistán, sin olvidar los cinco años de guerra civil en Siria, que han dejado destrucción y miles de niños desnutridos, huérfanos y sin hogar, además cantidades de refugiados que vagan por el mundo sin encontrar un hogar. Situaciones dolorosas que nos mueven a organizar la caridad, el servicio a nuestros hermanos más necesitado y a fortalecernos con la oración.
    
Lo más importante es crecer en la confianza absoluta en el Resucitado, porque aunque el panorama sea gris, Dios camina con su pueblo y nunca lo abandona, Él nos ha demostrado con su resurrección que  el bien, la bondad y el amor, son más fuertes que la muerte.
    
Usted y yo, podemos hacer la diferencia, si asumimos el ser cristianos de verdad, y rompemos con este círculo de la violencia y del odio, porque el amor trae amor, la esperanza conquista la alegría y el optimismo, la fe construye puentes y lazos de fraternidad, la caridad transforma el mal en bondad, y hace que los seres humanos saquen de su corazón lo bueno que Dios ha puesto en ellos desde el principio, pero tenemos que ser capaces, no obstante la realidad de violencia, odio, injusticia y desigualdad, de seguir creyendo en la vida, apostando por ella, y defendiéndola con el trabajo honrado y responsable, dando testimonio y contagiando los valores humanos y cristianos a las nuevas generaciones: niños, adolescentes y jóvenes, sin temor, incluso si para ello ponemos en riesgo la vida, porque sabemos que este tiempo es transitorio, y que todo aquello que hagamos hoy, aquí y ahora para construir el Reino de Dios y su justicia, no quedará sin recompensa, tenemos un tesoro en el cielo, y recibiremos el ciento por uno aquí en la tierra y luego la vida eterna, claro, con persecuciones. Si Dios está con nosotros nada podemos temer, ya Cristo venció la muerte y el pecado y nos regaló la vida nueva para siempre, Resucitó y nos demostró que el amor es más fuerte que la muerte.
Hna. Alicia Galíndez