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miércoles, 3 de febrero de 2016

Los obispos y la Carta Pastoral

Como cada año nuestros obispos dominicanos, con motivo de la Solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia, nos han presentado una Carta Pastoral para que la meditemos, y nos ayude a crecer en la virtud de la misericordia.  El tema es titulado: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso (Lc. 6,36). 
    
El término misericordia viene de dos palabras latinas miserere que significa pobre y corcordis que significa corazón. Una persona misericordiosa es aquella que tiene un corazón sencillo y humilde que puede compadecerse de los demás.
   
 El papa Francisco, ha expresado que la misericordia es el bálsamo amoroso de Dios para con los pecadores, los pobres, los amenazados y marginados de la sociedad, y nos recuerda que la misericordia es el corazón de Dios. El Altísimo no desea la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, pues es Dios misericordioso que nos espera con los brazos abiertos.
    
En el número 4 de la Carta Pastoral, nuestros pastores denuncian los males que claman misericordia. El cristiano, según la mirada de los obispos, no puede estar despistado del horizonte del Evangelio, distraídos con los “fuegos artificiales” de la mundanidad. Quien solo otea el presente, sin capacidad de juicio crítico, se dejará envolver de la voracidad de los egoístas.
    
La Conferencia del Episcopado Dominicano, entiende que la pobreza tiene una causa casi determinante: la corrupción, pues ha privado a la población de recursos económicos que deberían ser destinados al sector educación, salud, seguridad, justicia, salarios dignos, etc. Lo más triste y vergonzoso es que aquellos que se han hecho rico después de pasar por el tren administrativo, no hay modo de que puedan justificar la riqueza que ostentan, y no hay manera que se le pueda juzgar de ese delito. Parece que se han puesto de acuerdo para que la impunidad le regale una “pase de cortesía”, y pueda transitar por la vida sin ningún remordimiento de la conciencia.  Nuestros pastores sensibles con los pobres, los cuales victimas del sistema corrupto, piden misericordia para que le sea devuelto lo que en justicia les pertenece para vivir con dignidad.

 Este año 2016, es un año donde el pueblo deberá escoger sus nuevos representantes que están llamados a  defender sus intereses más genuinos, sin embargo afirman nuestros obispos que se percibe una devaluación de la credibilidad en el ejercicio de la política. La gente, que ya abrió los ojos, observa que la política es un negocio de fácil enriquecimiento para unos pocos que logran escalar a puestos dirigenciales en el tren gubernamental, y no un ejercicio de servicio a la sociedad y al bien común. Un pueblo engañado por falsas promesas electorales clama misericordia. 

Aunque se anuncian medidas para garantizar la seguridad ciudadana, aun los ciudadanos nos sentimos inseguros cuando caminamos por las calles. La inseguridad ciudadana y la criminalidad claman misericordia. Exhortan finalmente nuestros obispos a practicar las catorce obras de misericordia, entendiéndolas como “acciones caritativas” mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58,6-7; Hb. 13,3).
Felipe de Js. Colón