Miles de fieles respondieron ayer a la llamada de Mons. Francisco Pérez y acudieron a las dos misas de desagravio que, a las 19 horas, se celebraron en las catedrales de Pamplona y Tudela, respectivamente, por la ofensa a «lo más sagrado del catolicismo» que ha supuesto una parte de la exposición Desenterrados de Abel Azcona, en la que el autor utiliza formas consagradas para representar la palabra pederastia.
(Diario de Navarra/Noticias de Navarra/InfoCatólica) En la catedral pamplonesa, durante las casi dos horas de celebración, en desagravio por la profanación que constituye esa muestra, los más de cuatro mil católicos allí congregados quisieron dar testimonio de su fe, presididos por el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, monseñor Francisco Pérez González, quien concelebró la eucaristía con el deán de la catedral, Carlos Ayerra Sola, y más de un centenar de sacerdotes provenientes de todas las parroquias de la capital navarra.
El arzobispo de Pamplona se dirigió a los presentes para agradecerles de «corazón» el «testimonio que estáis dando aquí y en tantos lugares de Navarra» y también mostró suagradecimiento por «los casi cien mil testimonios de todos los cinco continentes que se adhieren a esta celebración y ruegan que se respete aquello que es lo más sagrado para los cristianos-católicos que es la Eucaristía».
«Me veo en la obligación de decir que la verdadera libertad de expresión no comprende un supuesto derecho a la ofensa o un desprecio a lo más sagrado. La cultura es belleza y armonía. Es patrimonio de fe y vida que nuestra tierra de Navarra goza desde siglos. La Eucaristía es el signo sacramental de la más excelsa hermosura que existe en toda la historia de la humanidad», manifestó monseñor Francisco Pérez.
En este sentido, defendió que «quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios».
Además, en su homilía, el arzobispo hizo un llamamiento a «la conciencia humana y cristiana de todos para que seamos sensibles ante los problemas que están presentes en nuestra sociedad». «Por favor defendamos el derecho a la vida, al matrimonio y a la familia, la educación de los niños y jóvenes, el servicio al bien común, a los más débiles y necesitados, la verdadera cultura del trabajo y la paz entre las naciones», ha demandado.
Según ha señalado, «la Iglesia quiere ser mensajera de la civilización de la verdad y la justicia, la paz y el amor, esa civilización que sólo Dios nos puede ofrecer».