El papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general de hoy a la pobreza y su influencia en la institución familiar: «La pobreza azota a muchas familias en las periferias de las grandes ciudades y también en las zonas rurales. Muchas veces se ve agravada por la guerra, que es sin duda la madre de todas las pobrezas, depredadora de vidas, de almas y de los afectos más queridos», aseveró ante la multitud reunida en la Plaza San Pedro.
(Aica) El pontífice argentino destacó que «en medio de estas situaciones, muchas familias intentan vivir con dignidad, confiando en la bendición de Dios, convirtiéndose así en una auténtica escuela de humanidad que salva a la sociedad de la barbarie».
No obstante, sostuvo que «este reconocimiento no nos exime de nuestra obligación de velar con la oración y con la acción para que a nadie falte el pan, el trabajo, la educación y la salud».
«Es necesario que desde todas las instancias de la vida pública se pongan los medios para un nuevo orden social, que rompa la espiral perversa entre familia y pobreza que lleva la sociedad a la ruina», reclamó.
Iglesia, madre y pobre
Tras pedirle a los cristianos que estén «cada vez más cerca de las familias que sufren la pobreza», recordó que «la Iglesia madre no debe olvidar nunca este drama de sus hijos».
«Ella también está llamada a ser pobre, practicando la simplicidad en su propia vida, de manera que llegue a ser fecunda y pueda dar una respuesta a tanta miseria», agregó.
Al término de la catequesis, el Papa saludó a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos procedentes de España, la Argentina, México, Venezuela, Guatemala y el Uruguay, además de aquellos llegados de otros países latinoamericanos.
El papa Francisco pidió a Dios «que sostenga a las familias sometidas a la dura prueba de la pobreza, para que puedan seguir siendo en el mundo lugar de acogida y escuelas de auténtica humanidad».