Nuestros agricultores dominicanos se han dedicado en cuerpo y alma a cultivar la tierra. Hemos de reconocer que aunque el hombre dominicano diseña estrategias de siembras y muchos de los renglones agrícolas han sido industrializados, en los últimos tiempos quien se ha dedicado a explotar el suelo en su mayoría son los hermanos del país vecino Haití. El éxito de la siembra necesita, según los expertos: preparar la tierra, sembrar las semillas, eliminar las hierbas y malezas, abonar las plantas, irrigar las plantaciones, cuidar las cosechas de las plagas y, finalmente recolectar los productos para colocarlos en los mercados, o a las plantas procesadoras.
Desde 1980 la agricultura era un renglón muy fuerte en la economía de RD. Hoy la agricultura ha sido desplazada por otras actividades económicas como es el caso de la industria del turismo.
Las “visitas sorpresa” del presidente Danilo Medina han reactivado el sector agrícola, olvidado por anteriores gobernantes que parece ser que cuando ostentaron la primera magistratura ya habían perdido sensibilidad por la agronomía.
La fiesta del Día del Agricultor coincide con la apesadumbrada tragedia de incendios forestales acaecidos en las últimas semanas en Constanza, Loma Miranda, Parque Nacional Los Haitises, Sierra de Bahoruco y Gaspar Hernández. Salimos de un incendio forestal y a los pocos días el otro, parece que todo ha sido orquestado, vilmente planificado y que manos criminales intelectuales y materiales han actuado para hacer daño irreversible al ecosistema. La inconsciencia, el afán desmedido de lucrarse de dinero y el egoísmo, han llevado a algunos a depredar nuestros bosques.
Seguro que el padre de la Patria, Juan Pablo Duarte clama desde el cielo con aquella frase lapidaria:
“Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”.
Incendiar indiscriminadamente nuestros árboles siempre será un crimen de lesa humanidad. Los árboles son los seres vivos más viejos del planeta. Y también uno de los más útiles, tanto para el hombre como para la propia naturaleza. Los beneficios que recibimos son difícil de medir o cuantificar. Ahora que la sequía se ha prolongado recordamos que los árboles interceptan el agua, la almacenan y ayudan a almacenarla; también nos defienden de la erosión hídrica y de las riadas. El árbol da sombra, amortigua la lluvia, atenúan el ruido, genera biodiversidad, filtra el viento, regula el clima y mejora la salud y el equilibrio psíquico ayudándonos a eliminar el estrés.
Defender los recursos naturales es propio del que tiene conciencia de la importancia que reviste cuidar los bosques y sus beneficios. Las autoridades no deben quedarse de brazos cruzados, tampoco allantar a la población diciendo que habrá sanciones severas a los culpables y luego, aunque haya pruebas resultan que son inocentes, porque las supuestas pruebas son insuficientes. ¡Felicidades a todos los agricultores en su día! Que San Isidro Labrador interceda, para que en este año cumplan todas sus metas.
Felipe de Js. Colón