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domingo, 19 de abril de 2015

Criminalidad Cambia estilo de vida de los dominicanos

La ola de delincuencia, violencia y criminalidad que invade el territorio nacional ha cambiado drásticamente los estilos de vida de los dominicanos y mantiene la sociedad en un estado de miedo, angustia y estrés colectivo. Atracos, robos, violaciones sexuales, asesinatos, secuestros, drogadicción alteran el normal desenvolvimiento de la sociedad dominicana.
Abandonar las visitas a centros nocturnos, dejar de sentarse en las galerías de las casas y hasta salir a las calles sin cartera, prendas, computadoras portátiles y celulares son algunas medidas adoptadas por los ciudadanos para protegerse de atracadores, asaltantes y carteristas.
Muchas casas parecen recintos carcelarios por las tantas rejas de hierro que poseen, mientras numerosas familias prefieren mudarse a edificios de apartamentos por considerarlos más seguros.
En los apartamentos, los residentes hacen fuertes inversiones económicas en puertas de seguridad, alarmas, cámaras, contratar vigilantes y usan otros recursos para evitar llegar a la vivienda y encontrarla vacía.
Algunos colmados, salones de belleza, farmacias y otros pequeños negocios permanecen con sus puertas herméticamente cerradas y solo las abren a clientes conocidos, en los barrios y en los sectores residenciales.
Otros han sustituido el dinero en sus carteras por tarjetas de crédito y recoger a los hijos en las paradas de guagua o del tren, para protegerlos de ese fenómeno que provoca que las madres permanezcan en vela hasta la llegada de los hijos a casa.
“Voy a comprarle un carro a esa muchacha para protegerla de los delincuentes”, se oye decir a muchos padres.
Otros prohíben a los hijos abordar carros públicos o motores y los conminan a transportarse en guaguas o el tren, porque viajan acompañados de mucha gente.
Sin alternativas
Sin embargo, ninguna medida ha sido suficiente, porque la delincuencia sigue cobrando vidas y dejando víctimas mutiladas.
“Todos los días salgo de mi casa temiendo no volver”, dijo a los periodistas Rodolfo García, un empleado privado que viaja al interior del país cargado de mercancía.
Asegura que el miedo se apodera de él cada vez que los medios de comunicación informan que mataron a un oficial o a un alistado de la Policía para robarle el arma.
Además, cuando escucha que asesinaron a una mujer indefensa que confundieron con otra persona o que la víctima es un joven estudiante que resultó herido de bala porque se negó a entregar su celular a los ladrones.
Su temor aumenta al percatarse de que en la mayoría de los casos delictivos hay involucrados miembros de la Policía o de las Fuerzas Armadas.
La semana pasada, Álida Guerrero y su hija Mercedes fueron despojadas a punta de pistola de dos celulares, una computadora y unos 2,000 pesos en efectivo por un grupo de jóvenes, cuando se dirigían a su casa del sector Villa Juana, en la capital.
Álida acostumbra a esperar a Mercedes en la parada del Metro a las 10:00 de la noche, a su regreso de la universidad, consciente del peligro que corre una mujer sola en las calles, en las noches.
Como en muchos casos, la medida de precaución de Álida no impidió que ella y Mercedes fueran víctimas de la delincuencia.
“Nos salvamos de un tiro porque rápidamente entregamos todas las pertenencias”, confiesa, sin ocultar su impotencia.
El sábado 11 de abril, pistola en manos, varios atracadores penetraron a una barbería de la calle Cuarta esquina Esso, en Los Mameyes, en la zona Este de la capital y despojaron a los clientes y a los dos barberos de los celulares y el dinero que portaban.
El día anterior en la calle Esso equina avenida España, en la misma zona, un miembro de la Armada Dominicana fue intersectado por un atracador que le despojó de la cartera. En descuido el militar mató de un tiro a su verdugo.
No hay barrio ni sector residencial respetado por los delincuentes.
“Ellos soltaron los barrios y se mudaron para los barrios ricos”, considera Ángela Abreu, una trabajadora doméstica que lleva más de 10 años trabajando en una residencia de Bella Vista, en la capital.
El crimen en cifras
En la percepción de la gente y en la realidad, la criminalidad va en aumento en el territorio nacional.
El último informe del observatorio de Seguridad Ciudadana de República Dominicana precisa que, en el período enero-junio del 2014, hubo en el país 906 homicidios, 3,529 denuncias de robos con violencia y 1,873 de robos sin violencia, para un total de 5,402.
El organismo, dependiente del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, que coordina el Ministerio de Interior y Policía, indicó que en el mismo período 3,562 vehículos de motor fueron reportados robados.
Múltiples factores son ligados a la delincuencia y la criminalidad. La pobreza, el consumo y tráfico de drogas, la desintegración de las familia, la falta de oportunidades para la juventud, son algunas de las causas mencionadas por psicólogos, economistas sociólogos, educadores y otros estudiosos del tema.
“Este es un problema multicausal y multidimensional”, asegura la directora del departamento de Psicología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Mayra Brea.
Por un lado, indica, están los factores socioeconómicos como el desempleo, la inequidad, la pobreza y, por el otro, encontramos la deficiencia de las instituciones encargadas de la educación y el bienestar social, incluida la familia como principal elemento socializador.
Consideró que también hay deficiencias el aprendizaje de las normas y el comportamiento social.
Dijo que tampoco hacen su trabajo las instituciones reguladoras del orden público como la Policía, y la justicia al momento de sancionar el crimen.
Mucha impunidad
El rector de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), Ángel Hernández, afirmó que la pobreza y el bajo nivel educativo de la mayoría de los dominicanos y la falta de sanción a los corruptos alienta la delincuencia y la violencia callejera.
“Los jóvenes de los barrios se sienten frustrados cuando a un delincuente poderoso es eximido de pagar por su delito en la cárcel mientras a los pobres se les niega hasta el derecho a la defensa y reciben duras condenas”, afirmó el ejecutivo universitario.
Fidia Aristy, presidente del Consejo Nacional de Drogas (CND) afirmó que hay una estrecha relación entre el consumo de estupefacientes, el microtráfico y la criminalidad.
Como una muestra de que ese flagelo sigue ganando terreno en la población dominicana, recordó que, el año pasado, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) sometió a la Justicia a 26,672 personas acusadas de delitos vinculados a la drogadicción, 72 por días.
Cuestionó que muchas familias les den más importancia a la adquisición de un automóvil de lujo que a prevenir que sus hijos caigan en las drogas, y que sólo el 37 por ciento de los jóvenes del país viven con sus dos padres.
El economista Edylberto Cabral, exrector de la UASD, expresó que la violencia y la criminalidad son un obstáculo importante para el crecimiento y el desarrollo de los países, debido a la cantidad de personas que resultan afectadas por el fenómeno.
Pero además, por los recursos económicos que es imprescindible invertir en gastos militares, servicios de salud, asistencia médica, así como atención psicológica y rehabilitación de las víctimas.
UN APUNTE
Las medidas preventivas
Para reducir  la delincuencia hay que ir a sus causas reales. Es necesario educar a la población, fomentar los valores de la justicia y la ética ciudadana, crear más  y mejores  empleos, dar mayores oportunidades de recreación a  los jóvenes, fomentar los deportes y la sana competición, y hacer respetar las leyes vigentes.