La República de Haití surgió a principios del siglo XIX cuando los esclavos se rebelaron contra sus amos franceses. Surgió de un pacto entre esclavos en una ceremonia vudú, en Bois Caimán. El principal objetivo era matar a todos los blancos.
La violencia de la revolución haitiana resultó devastadora, destruyeron las plantaciones de caña y café e incendiaron todos los ingenios. Fue una destrucción absoluta de toda la riqueza que había en Haití, que era mucha.
Esa actitud destructora de los haitianos ha sido continua hasta nuestros días.
Esta guerra racista, que en su origen fue de negros contra blancos, derivó en la matanza de los mulatos y de todos los que no fueran totalmente de raza negra; esto se ha conservado hasta la actualidad.
Los haitianos se creen con el derecho a esta parte de la isla: “La isla es única e indivisible”.
A menos de dos meses de la independencia de los dominicanos de España, los ejércitos de Haití cruzaron la frontera y extendieron su gobierno a toda la isla.
No voy a enumerar las matanzas a sangre fría, que es la forma para dirimir diferencias que tienen los haitianos, de hombre, mujeres y niños dominicanos que fueron muchas, sino la saña con que la ejecutaron: niños degollados, mujeres violadas y quemadas vivas, los instintos primarios de los haitianos fueron sufridos por toda la población; a su paso los haitianos iban dejando escenas dantescas , crímenes de lesa humanidad, solo comparable con las matanzas de la antigüedad, como las realizadas por Atila, rey de los Hunos o Gengis Kan.
Que a nadie le quepa la menor duda de que si los haitianos fueran superiores a nosotros en fuerza militar repitieran los mismos hechos del pasado.
A los haitianos no les importa que una situación los perjudique, no les importa comprar los pollos más caros siempre que no sea a nosotros; el intercambio comercial en general y el transporte de mercancías se han visto entorpecidos por actos vandálicos cometidos por los haitianos, la comisión bilateral está en un punto muerto, la aduana retiene 27 patanas llenas de mercancías, esto último junto a la quema de la bandera lo hacen además para humillarnos.
Los haitianos están demostrando sus intenciones cada vez que se expresan sus funcionarios. Un ejemplo lo dio el canciller Casimir cuando dijo, sintiéndose orgulloso por “la extraordinaria movilización de todos los recursos de la diplomacia haitiana contra la aplicación de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional Dominicano”, agregó que “estuvo muy complacido de conducir una inmensa campaña para motivar a la comunidad regional e internacional para impedir que las autoridades dominicanas aplicaran su ley…”
El presidente Martelly para condenar los ataques a los consulados dominicanos en Haití, incluida la quema de nuestra bandera, ocurridos en una marcha auspiciada por el propio gobierno haitiano para complacer sus connacionales, instó a las autoridades dominicanas a adoptar medidas para poner fin a la violencia ejercida contra los haitianos que residen en el país. Entonces, después de esta acusación, condenó los ataques contra los intereses dominicanos, ¿no es eso justificar el vandalismo ejercido contra nuestra soberanía?
Los haitianos no son ni quieren ser nuestros hermanos, seguirán actuando contra nosotros en la forma que puedan (suerte que militarmente no pueden), a través de gobiernos y organismos internacionales y con sus socios dominicanos. Sus principales armas.
El claro propósito de los haitianos es invadirnos poco a poco ya que por la fuerza no pueden, hasta tener el dominio de la isla.
Para sus planes los haitianos junto a sus fieles socios dominicanos, nos seguirán atacando en todas las formas que puedan, sin importar acuerdos previos, respeto a la ética, ni a nada. Mientras no tengamos conciencia de que estamos tratando con un verdadero e inescrupuloso enemigo, seguirán avanzando en sus propósitos.
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