Monseñor Flores, 9 de noviembre 2014 el Padre Dios le llevó a la mansión celestial, mansión en donde no hay llantos, ni dolor, ni sufrimiento, sencillamente a la felicidad eterna, en donde hay luz sin ocaso, alegría sin tristeza, amor por toda la eternidad
Y ese amor eterno Usted fue poseedor por el amor gratuito del Padre Dios Creador al crearlo a su imagen y semejanza. Y esa fue su tarea y es la nuestra, llegar a ser imagen y semejanza del Padre Creador, por el Hijo Redentor, en el Espíritu Santo Santificador.
Y Usted permitió que la gracia le fuera configurando en esa gracia que se destilaba en usted co-creando, co-redimiendo y co-santificando, desde el corazón de Dios que esencialmente ama y con la vestidura de Dios que se teje desde la humildad. Con un proceder sencillo, pausado, pero con coraje cuando había que poner “cara dura” a los momentos y personas que podían opacar la imagen de Dios en medio de nosotros. Y en muchas ocasiones no le fue fácil.
Sé de su devoción a la Eucaristía, de su oración asidua y de su gran devoción a la Virgen Madre, que de seguro ya lo colocó junto al Hijo en la Feliz Eternidad que nunca pasa.
Y Usted transcurrió por este mundo, con sus 87 años cumplidos, sembrando esa imagen y semejanza de Dios, entroncado en su conciencia la piedad, oración y honestidad que el sembraron sus padres en Boca de Licey, Tamboril.
Valores y principios que fueron echando raíz y creciendo, al paso de los años, al ser regados por su encontrar a Dios en la madre naturaleza, en la loma del Santo Cerro al entrar a estudiar en el preseminario dirigido por los Padres Jesuitas; en los estudios en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, en Comillas, en la Universidad Lateranense en Roma,…
Imagen y semejanza de Dios construida y expresada en todos sus servicios, realizados con obediencia, discernimiento, oración, consulta y esmero.
Siendo niño, recuerdo su ordenación como Obispo de la Diócesis de La Vega, en donde respondió a cabalidad la orden de su Señora Madre “tienes que portarte bien”, entrelazando esta misión con los lazos de la promoción vocacional, la catequesis, la defensa a los recursos naturales y la justicia social. La más de una docena de obras promovidas por Usted, dan fe y testimonio de su presencia como pastor en esa hermosa tierra cibaeña.
Y de su paso como Obispo y Arzobispo de Santiago de Los Caballeros, gritan a voz en cuello las casi 60 parroquias creadas por Usted, más las dejadas en proceso al presentar su renuncia a la Santa Sede al cumplir la edad establecida, renuncia aceptada el 16 de Julio del 2003.
Entrañable Monseñor Flores, GRACIAS por sus innumerables Eucaristías, horas de adoración, sus más de 50 escritos, por su saber acompañar a los movimientos apostólicos, por Radio Luz, por su extremada puntualidad. Gracias sobre todo por transparentar la imagen y semejanza de Dios en su “talante” sacerdotal con humildad sencilla.
Gracias por las veces que nos hizo reír, llorar y convertir. EPD.