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miércoles, 1 de octubre de 2014

Las huellas indelebles de los feminicidios

Tal si fuese una estaca que traspasa lo más profundo de su ser, “Dolores” no puede sacar de sus adentros, la suplicante frase que con desesperación emitía su madre. Escondida en el closet de la habitación, donde tantas veces se sintió la niña más afortunada del mundo, jugando a las escondidas, la destrozada joven de 22 años, que para entonces sólo contaba con 8, relata que fue el momento más angustiante, perturbador, triste y desconsolador que cualquier persona pudiera vivir.
Relata que por más que quiso gritar, ayudar a su madre, suplicar a su padre que no lo haga, no fue capaz de articular una sola silaba, simplemente, escuchar como su padre arrancaba hasta el último suspiro de su madre, ahorcándola con fuerza animal, para luego tirarse del tercer piso del apartamento que compartían, ubicado en el centro de la ciudad. Su vida luego de este episodio, nunca más volvió a ser la misma, no ha habido sonrisas, no ha podido iniciar una relación con ningún chico de su edad y siente un inmenso dolor por el que fuera su padre, nadie le dijo nada, solo recuerda que sus abuelos maternos se la llevaron a una ciudad del norte del país, y nunca más tocaron el tema.
Caso similar, pero en un contexto y realidad distinta, dos niños del barrio Los Guandules de edades comprendidas entre once y trece años, no han podido entender porqué ya no ven más a su madre desde el día que les dejó para ir al trabajo. Tampoco pueden asimilar porqué el hombre con el cual convivieron por más de diez años y al cual veían como un padre, acabó de forma cruel y sangrienta la existencia del ser que les dio la vida.
La necesidad fue el principal factor para que “Teresa Vargas” comenzara una relación con su asesino, un oficial retirado que le triplicaba la edad. Ella tenía 29 años al momento de su muerte y él 68. Esta es una situación muy común en los barrios marginados de República Dominicana.
“Siempre le advertimos de llevar una relación con una persona tan mayor, militar retirado por lo que portaba un arma y que aparte de eso demostraba agresividad, pero ella nos decía, que necesitaba un hombre que le ayudara a mantener sus hijos”, relata con lagrimas en sus ojos, Ramona Vargas, prima de la hoy occisa.
Relata que su prima vivía sumergida en maltratos constantes durante la relación, pero que lo soportaba por el bienestar de sus hijos, ya que no tuvo oportunidad de estudiar, por su embarazo a temprana edad.
Frases como “si te dejo que vas a hacer”, “no eres nadie”, “me engañas”, “si me dejas te mato”; eran frecuentes durante la relación, esto, junto a los consejos de sus familiares, propiciaron que la joven se separara de su agresor, dice.
Luego de que lo dejara, sus familiares pensaron que la joven había sobrepasado esta situación, posterior a esto consiguió un trabajo en una casa de familia y estaba saliendo hacia adelante, se inscribió los sábados en el programa de educación para adultos “prepara”. “Estábamos contentos por el cambio en su vida”, expresa.
Sin embargo su ex pareja nunca dejó de hostigarla, perseguirla y amenazarla, eran tan constantes las agresiones que la joven nunca salía sola al trabajo, ya que su agresor no se mudó del barrio y la interceptaba para agredirla.
MACHETAZO
Feminicidios en aumento en el país
El fatídico día. Un día mientras ella se trasladaba hacia su trabajo acompañada de una vecina, su ex pareja estaba tomando bebidas alcohólicas en un colmado, ella alcanzó a verle, pero como estaba acompañada, pensó que él no se atrevería a hacerle nada, prosiguió su paso, alejándose de prisa del lugar donde estaba, sin embargo, él la siguió, alcanzándola varias cuadras adelante, sosteniéndola fuerte por la cintura y pidiéndole que hable con él. Su acompañante le exigía que la dejara tranquila, pero en ese momento sacó su pistola y le dijo que se aleje, que era un problema entre marido y mujer.
Ella le gritaba que ya no eran nada, que la dejara tranquila, el forcejeo duró varias horas, vecinos llamaron a la policía los cuales se presentaron en lugar y le demandaban sortarla.
Cegado por la ira, los celos y la frustración de perder, lo que a su juicio era de su propiedad, le dio cinco disparos a quema ropa, ante la mirada y los gritos de los presentes y los agentes policiales, dice su prima, que sigue sin entender cómo logró escapar con tantas personas y policías cerca de él. Este hecho sucedió a mediados del año pasado en el populoso barrio de Los Guandules, y aún no han capturado a su asesino.
Este episodio, ha marcado de forma dramática la vida de los infantes, el mayor se ha vuelto muy introvertido, casi no habla de su madre, mientras que el menor, siempre habla de matar y golpear.
Como estos, existen numerosos casos de violencia intrafamiliar en República Dominicana, adheridos en el interior de los sobrevivientes, madres y padres que perdieron a su hija de manos del hombre al cual la entregaron en el altar y que juró, amarla y respetarla hasta que la muerte les separara, hijos que sobreviven con un sentimiento de rencor e impotencia hacia el agresor que arrebató la vida del ser que les dio la vida, estos casos no sólo se quedan en las alarmantes cifras que cada año emite, el Ministerio Publico, sino que trasciende en la estructura social de nuestro país. Pues las aristas que toca este delito son permanentes y abarcan a toda la sociedad.
Aunque en 2013, los feminicidios tuvieron una disminución considerable del 28,16 por ciento respecto a 2012, este año está ocurriendo todo lo contrario, están aumentando, hecho que ha llenado de preocupación a toda la sociedad.
Entre enero y mayo de 2014, se han registrado 35 feminicidios por violencia íntima (asesinatos cometidos por hombres con quien la víctima tenía o tuvo relación íntima, familiar), nueve más que en el mismo periodo de 2013, y 37 homicidios de mujeres por conflictos sociales, ocho más que el año pasado, lo que equivale a un incremento de un 40%. Así lo establece el análisis “Las políticas públicas frente al feminicidio”, realizado por el investigador Greidys Joel Roa Chalas y publicado por la Unidad de Políticas Públicas del Observatorio Político Dominicano (OPD), en el que se establece la urgencia de promulgar y aplicar de manera efectiva leyes que disminuyan al mínimo la incidencia de los feminicidios.
La situación es tan alarmante que el estimado de casos anuales en el país es de 194 y ya en lo que va de año, se han producido más de 90.
Roa Chalas también recomienda que se tipifique el feminicidio como delito y que se reforme la Ley 24-97, ya que permite la conciliación como método alterno para la resolución de controversias. Además propone brindarles a las mujeres oportunidades de incrementar sus ingresos para que no dependan de sus compañeros abusivos.
Tasa Feminicidios
Emergencia social. A juicio del fiscal adjunto del Distrito Nacional Masterasco Marmolejos, la violencia de género es un problema de conducta social porque el hombre crece creyendo que la mujer es de su propiedad.
La justicia es lo último que interviene en los feminicidios. Es un caso multicausal y todo el Estado debe jugar su rol, expresa.
Indica que la violencia contra la mujer es un problema integral, y que el Estado debe hacerlo con los Ministerios de educación y cultura, los cuales deben jugar un rol más activo en la prevención.
De forma parecida se expresa Julissa Hernández, fiscal adjunta de Santo Domingo, al señalar que para el país poder reducir la violencia contra la mujer debe haber un cambio de mentalidad en la población, ya que el hombre sigue pensando que la mujer es de su posición y que no se puede separar de él.
Continúa expresando que esta situación lleva al hombre a los celos que, son la estructura del ciclo de la violencia, termina en los feminicidios.
Secuelas en los padres. Siempre se ha dicho que el dolor que sienten los padres cuando un/a hijo/a fallece es tan fuerte que ni siquiera puede nombrarse, no existe un término para este caso. El dolor es un proceso que difícilmente pueda superarse, los progenitores aprenden a sobrevivir con el hecho, pero, esto no siempre es así, cuando la persona a la cual le dieron vida fue brutalmente asesinada por parte de la persona que estaba supuesta a protegerle. Sentimientos de impotencia, venganza, dolor, tristeza y un inmenso vacío son los que marcan la cotidianidad de esos padres, sin poder desquitarse con nadie, pues en la mayoría de los casos el feminicida se suicida, luego de consumado el acto. Además de la perdida, deben lidiar con la crianza de los hijos sobrevivientes, fruto de la relación de su hija y su asesino.
Pero, esta no es la única situación que se presenta con los progenitores, pues en el caso de los padres del feminicida, la situación es aún peor, pues tienen que guardar, reprimir el dolor de perder el hijo, que casi siempre acaba con su propia vida, para hacer frente a su nueva realidad, dejar todo por lo que lucharon, bienes materiales, amigos, relaciones, ya que son vistos por la sociedad como malos padres, amenazados por los familiares de la víctima y despreciados por todo, deben olvidarse de ver nuevamente a sus nietos.
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¿Qué pasa con los hijos sobrevivientes de feminicidios? No existe una cifra exacta sobre la cantidad de huérfanos producto de los femicidios. Según datos ofrecidos por el  Consejo Nacional para la Niñez (CONANI), muchos niños son custodiados por algún familiar, regularmente los padres y hermanos de la víctima, por consiguiente, son pocos los infantes que llegan a ese centro por estos casos, la mayoría están ahí por abandono de los padres y familiares.
No obstante, los niños y niñas crezcan en un entorno familiar, esto no quiere decir que superen el trauma, ya que no siempre son tratados de la mejor manera, por ser hijos/as del hombre que arrebató la vida al familiar, un gran número de estos, deben ser atendidos permanentemente por sicólogos, marcando con esto sus vidas para siempre.