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martes, 16 de septiembre de 2014

Ni el día ni la hora se sabe… pero llega…

He leído muchas veces este pasaje evangélico de san Mateo “Estén atentos y vigilantes porque no saben ni el día ni la hora” el cual se encuentra dentro del Discurso Escatológico que inicia en el capítulo 24, pero este pasaje se está en el relato de las diez vírgenes: cinco prudentes y cinco imprudentes (Mt 25, 13).
    
Siempre me sorprende la muerte, aun cuando para mi es una realidad que está presente y que es tan natural como el nacimiento de un nuevo ser.         

Pero me asombra, sobre todo cuando es alguien que no está enfermo, un niño, un joven o una persona que todavía está en su vitalidad y fortaleza; también aquellos que ocupan un cargo importante, una responsabilidad y un servicio… como es el caso del Padre Silvio Sassi, Superior General de los Paulinos, quien falleció en Roma-Italia el domingo 14 de septiembre. Cuando recibí la noticia no lo podía creer, un excelente comunicador social, de los mejores en todos los aspectos, además un escritor maravilloso y preparado en casi todas las áreas; con una visión de organización estratégica envidiable, realmente una gran persona.
    
La vida es breve, por eso cada día me convenzo más de que tenemos que vivirla a plenitud, disfrutar del día a día con las personas que amamos, con los amigos, con aquellos que convivimos, trabajamos y luchamos por un mundo mejor. Gozar de lo que hacemos, del trabajo, del estudio, de la oración, de la vida.
    
Es importante vivir en armonía y paz, divertirnos sanamente, descansar, sobre todo amar y dejarnos amar, perdonar y compartir; así cuando llegue el momento de presentarnos ante el dueño de la vida, Dios,  lleguemos a él, con las manos llenas de tantas personas que han formado parte de nuestra existencia y entonces como lo relata el capítulo 25 de san Mateo del versículo 34 y siguientes… seremos juzgados por el amor y se nos dirá: “Vengan benditos de mi Padre reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer…” Es decir porque vivimos la caridad, el servicio, la misericordia… en resumen el amor al prójimo que es también el amor a Dios.
    
No voy a negarles que me da tristeza, me duele, sobre todo cuando es una persona cercana, amada con un amor especial, también cuando es alguien que muere de forma violenta o por un accidente, pero a la vez siento esperanza, consuelo y una gran nostalgia, porque también, sé que llegará mi momento y deseo tanto estar en la presencia de Dios y gozar eternamente con él, con los ángeles, los santos y todos aquellos que en esta vida han buscado el Reino de Dios y su justicia.
    
No sé ni el día ni la hora, pero cuando llegue, sólo les pido que oren por mí, para que también yo pueda gozar por siempre con Dios en su morada eterna. Descansa en Paz, Padre Silvio Sassi, ssp. Superior General de los Paulinos.
Hna. Alicia Galíndez