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miércoles, 20 de agosto de 2014

Con hombres dignos

A raíz de la muerte de mi suegro, Don Simón Gómez, escribí un artículo titulado “Recordando a un hombre digno”, publicado en el Semanario Católico Camino, algunas de las cosas que expresé, fueron las siguientes y cito: 
   
“El mayor tesoro que puede dejar un ser humano a sus seres queridos y su comunidad, es su trayectoria y que de la misma, puedan sentirse orgullosos y que puedan ser una manera de guía y ejemplo en el camino de quienes le suceden”.

 “Cuán difícil es soportar la perdida, asimilar y saber de la partida de un ser querido y sobretodo de un alma buena y noble, que haya dejado una estela que no la borrará ni la hará desaparecer nadie, porque las acciones se imponen por encima de las palabras. 

Esta permanece como el perfume del sándalo cuando rosa el cuchillo. Bien lo dijo Jesús: "El que cree en mi aunque haya muerto, vivirá". Y le agrego, vivirá Don Simón en el corazón de los buenos hombres y mujeres que le conocieron y le trataron y será un su vida un ejemplo de honestidad, pulcritud y responsabilidad.  A quien siempre le preocupó más, ser un hombre de bien, que mezquino”.

“La vida física apagada y a la que me he querido referir desde inicio, es a la  de mi suegro, Don Simón Gómez Ramos, que como hombre digno supo conjugar: en su trabajo, como empleado; en su familia como esposo, padre y abuelo; entre sus amigos; y como ciudadano; de forma íntegra y total.  Lo mismo que le puede decir sus seres queridos que lo amamos y respetamos, le puede decir quienes fueran sus compañeros de trabajo y sus amigos.  Fue una hoja limpia y transparente en su andar por este mundo”. 

 “A sus hijos les queda el legado de su ejemplo y de que el paso por esta tierra fue digno, honorable y decoroso. A quienes llegamos a su familia por vía indirecta, nos queda el amor, el cariño, la sencillez, humildad, sensibilidad,  responsabilidad, el respeto al otro y la disciplina con la que vivió. Para sus nietos(as) han perdido un abuelo cariñoso, dedicado, preocupado, sensible, que amaba y dejaba ser amado”. 

 “Una amiga y hermana querida, escribió esto que comparto a ustedes, sobre mi suegro y cito: “‎‎Don Simón asciende libre y en paz donde la fuente creadora; su gran bondad no lo lleva a ningún otro lugar, esparció el bien e impregnó su especial esencia en los corazones que tocó en este plano terrenal, tan necesitado de esa esencia... ". “Dios bendiga siempre está vida que se nos fue, pero que dejó tanto amor y buen ejemplo, gracias por eso Señor”.  

Esto que indiqué, fue parte de lo establecí en el escrito y lo reitero, ese tipo de seres humanos es el que necesita esta sociedad seguir creando para adecentar la descomposición que nos arropa.  Don Simón no era un extraterrestre ni suizo, sino un ser humano, con mas virtudes que defectos, que supo conjugar los buenos valores aprendidos en su familia que le educó y que a su vez le transmitió a su familia y todo aquel que en algún lo trató y conoció. 
 
Era hombre de pocas palabras, pero con su proceder, dejaba bien sentado, de qué madera estaba hecho.  Preocupado por su familia y seres queridos, vivía y disfrutaba su estancia y compañía.  Era celoso de su honestidad y en cumplir adecuadamente su trabajo.  Fue un hombre sumamente solidario y sensible, incapaz de herir a otra persona, porque tenía muy alto el concepto del respeto hacia los demás. Fue chófer de profesión y oficio durante más de cuarenta años y pudo darle la oportunidad a sus hijos de ir a la Universidad y que tuvieran una educación en excelencia. 

Era una persona con una sabiduría de campo que daba gusto escuchar sus predicciones, anécdotas y peripecias, debajo de una mata de mango y recostado en una hamaca; así de sencillo y simple era Don Simón, un hombre que fue enteramente feliz y con paz, porque disfrutaba con todo y con poco, no tenía odio, ni prejuicios, sólo mucho amor y justicia en su corazón.  Con una sonrisa sincera de quien no tenía nada que ocultar y  mucho que ofrecer a quien le veía y estrechaba su mano amiga.

Con hombres dignos, justos, sensibles, responsables y de buen corazón, como Don Simón, necesitamos seguir educando nuestros hijos e hijas, para hacer de esta sociedad un espacio más adecuado para que ellos se sientan libres y con mayor paz que en la forma en la que vivimos hoy.
Jordi Veras.