Ante el acelerado ritmo de descomposición social que marcha la sociedad dominicana, la voz de la “Fundación Vanessa”, se erige como estandarte para lanzar diez oportunas propuestas, que estamos llamados a prestar atención, si queremos, una cultura de paz en nuestro suelo de Quisqueya.
Para fundamentar su tesis de seguridad ciudadana, nos aportan datos estadísticos, que a mi modo de ver son alarmantes, y luego nos presentan las diez propuestas para erradicar y disminuir los males sociales. Por ejemplo, una tasa de homicidios ceca de 25/100,000 habitantes cada año, más una tasa de muerte por accidentes de tránsitos de 40/100,000.
Los homicidios, son el resultado del irrespeto a la vida, de un afán desmedido por “buscársela”, y con ello subsistir o sobrevivir, a cualquier precio, sin medir consecuencias. El sujeto homicida no tiene criterios para arrebatar la vida a un ser humano que sale a la calle a buscar honestamente el pan de sus hijos, o a prestar un servicio al ciudadano, o simplemente a formarse en un centro de estudio. Cada día se levanta pensando que necesita, su mente desviada y trastornada, solo maquina lo perverso, y lo dañino. Su cerebro no está hecho para producir cosas positivas, sino para cosas inadmisibles, injustas e ilegales.
Sugiere la “Fundación Vanessa” que se revise la ley que regula el porte y tenencia de armas de fuego, pues quien la ostente de justificar su uso, hay ciudadanos que poseen una arma de fuego, pero no cualifican. Hay quienes la poseen ilegalmente.
Si queremos prevenir la violencia intrafamiliar y de género, el Estado debe aplicar políticas para que el niño desde el vientre de su madre se desarrolle psicológico y físicamente sano. Todo niño al nacer tiene derecho a recibir las atenciones como alimento, cariño y medio ambiente adecuados. El adulto violento, ya lo ha sido en la infancia, y la adolescencia.
Es terrible que la madre transite todo el período de embarazo solo, o peor aun, el niño crece en solitario porque el padre abandonó a su madre, o porque lo asesinaron, o murió en un accidente de tránsito.
Si nos detenemos a estudiar el por qué cosechamos, desaprensivos, corruptos, y asesinos, tendríamos que concluir, que es el resultado de lo que penosamente hemos sembrado. La consecuencia de lo que tenemos, es el producto de la enorme deuda social acumulada. Nuestros políticos, no pueden justificar su mala acción cuando el pueblo le ha dado su voto para dirigir los destinos de la patria de Duarte. La mayoría, lo ha hecho muy mal. No son pocos los ciudadanos que han perdido la confianza en nuestros gobernantes. Urge un nuevo tipo de político.
No se avanza en un país, si el Estado no aplica el imperio de la ley, o sea, si no impone su autoridad jurídica, si no concientiza a los ciudadanos del sagrado deber de conocer, cumplir y respetar la constitución y las leyes.
Nunca se logrará imponer el imperio de la ley, si el corrupto de hoy, así como el de ayer, quedan impunes por la complicidad de los que administran la justicia.
La corrupción es un modo fino de robar lo ajeno. Un Estado que pasa por alto esta plaga, se empobrece de tal manera que nunca podrá corresponder a sus habitantes en sus necesidades inmediatas como la inversión en educación, salud, viviendas, carreteras, etc. Tampoco podrá sin suficientes recursos económicos, aplicar los correctivos en sus políticas para reformar y sanear sus instituciones como la Policía Nacional, que hoy nadie pone en duda que allí se cuecen delincuentes. Un policía que tenga un justo salario, con seguridad social para él y su familia, rendirá mejor en sus labores, y disminuiría el policía delincuente.
El narcotráfico, se ha convertido en una institución, y cada vez ganan terreno, pues el dinero soborna, chantajea y compra conciencias; pocos se resisten ante la oferta de varios paquetes de dólares puestos en sus manos, si aceptan que la droga penetre en su territorio.
Luchemos y cooperemos, al mismo tiempo que estimulamos y felicitamos estas acertadas propuestas de la “Fundación Vanessa”. Esperando que encuentre acogida en todas las instituciones públicas y privadas de la sociedad dominicana.