(Aleteia/InfoCatólica) En 2007, Cristina Scuccia era una adolescente algo rebelde, alejada de la Iglesia y enamorada de un chico, con un gran talento para la música. Iba a la Universidad y se preparaba para participar en el talent show televisivo italiano XFactor. Lo cuenta ella misma en una entrevista a la edición italiana Vanity Fair.
Providencialmente, en ese tiempo, su madre leyó en la prensa un artículo sobre la conversión de Claudia Koll. ¿Y quien es Claudia Koll? Pues una conocida actriz italiana, famosa por haber comenzado su carrera con películas de alto contenido erótico de la mano de Tinto Brass, y que en el año 2001 protagonizó una de las vueltas a la fe más sonadas del panorama artístico de este país.
Tras su conversión, Claudia Koll decidió dedicarse a las obras de caridad con los más necesitados. Fundó una ONG, Le opere del Padre, y se dedicó a promover la evangelización y la solidaridad con países como República Democrática del Congo, Burundi o Magadascar. Participó también como actriz en grandes producciones católicas, como la serie sobre Santa María Goretti, o una película sobre San Pedro.
En 2007, le llegó a Claudia Koll la propuesta de dirigir la Star Rose Academy, una academia para artistas y también una obra de evangelización del mundo del espectáculo fundada por las Religiosas Ursulinas de la Sagrada Familia. Esta singular congregación nació a principios del siglo XX de la mano de cinco jóvenes italianas, y se dedica especialmente a la evangelización de los adolescentes. Para estas religiosas, la Carta a los artistas de Juan Pablo II en 1999 supuso un desafío a su vocación.
Precisamente, y aquí es donde volvemos a sor Cristina, el artículo que su madre leyó sobre la conversión de Claudia Koll, venía con un anuncio: la flamante directora de la Star Rose Academy estaba buscando una chica para protagonizar un musical sobre la vida de la fundadora de las Ursulinas, sor Rosa Roccuzzo. Lo contó la propia Claudia a la revista italiana Chi (por cierto, en el link hay una bonita foto de Cristina antes de tomar los hábitos)
Para la joven Cristina, ponerse en el papel de sor Rosa supuso no sólo su conversión, sino también el descubrimiento de su vocación religiosa con las ursulinas. Empezó su noviciado con las ursulinas en Brasil, un país donde la música cristiana ha alcanzado unas altísimas cotas de profesionalidad y de brillantez.
Allí nuestra novicia confirmó su doble vocación, a la vida religiosa y a la evangelización a través de la música, como hacía con los niños de la calle. Vuelta a Italia, se puso en contacto con ella el padre Raffaele Giacopuzzi, director del Good News Festival, el festival de la canción de inspiración cristiana que organiza cada año la Pastoral Juvenil de la diócesis de Roma. Sor Cristina, como era de esperar, venció limpiamente el concurso en su V edición, celebrada en junio del año pasado. Y llamó la atención de los expertos.
Entrevistado por la edición italiana de Aleteia, el padre Giacopuzzi explicó que fue él en persona quien convenció a sor Cristina a participar en The Voice, al ver su gran talento. «Me llamaron para invitarla a participar, y yo hice la petición a sus superioras, para respetar todo y no crear falsas expectativas».
«Lo bonito es que las ursulinas, al gestionar esta academia de artistas cristianos, donde Cristina creció y maduró su vocación, eran desde el principio favorables, aunque me preguntaron: ¿pero según tu vale la pena?»
«Yo respondí: vale la pena por una serie de motivos, el primero es que no la mandamos sólo porque lleva velo, sino que es una que ha estudiado, ha hecho academia de canto, y sabe lo que hace. Además ha tenido contacto con gente que viene del mundo del arte y del espectáculo, así que sabrá cómo luchar, en qué ring se encuentra».
El padre Giacopuzzi explicó que sor Cristina ha estado en Brasil, «donde es normalísimo que la música cristiana venda millones de discos y está absolutamente aceptada en el mercado discográfico. Mientras que entre nosotros, como hemos visto estos días, hay muchos escandalizados de que haya una monja en la TV».
Hay muchos modos de ir a la TV, ha habido personas que no eran consagradas y que se han hecho pasar por tales. En este caso, se trata de una persona que va a cantar acompañada por toda su comunidad, que lleva una vida diaria tranquila y sosegada, identificada con su vocación. El padre Giacopuzzi subraya que sor Cristina, fuera del escenario, «es una persona tímida y reservada, que no busca exhibirse ni hacerse notar».
«Comunicar hoy el Evangelio es ante todo comunicar alegría, y que Cristo no te quita nada sino que quiere darte más. Creo que esto es lo más bello que hay que comunicar».
El padre Giacopuzzi termina explicando que sor Cristina le comentó sus razones para haber elegido como instructor al rapero J-Ax, conocido en Italia por su coqueteo con la droga (la canción que le consagró, Ohi Maria, pide la liberalización y legalización de la marihuana) y por su anticlericalismo. «Le elegí – cuenta sor Cristina – porque tengo muy presente que el Papa nos manda a las periferias, y J-Ax, más que los demás, es precisamente uno que está orgulloso de venir de las periferias, de hablar con el lenguaje de la gente de las periferias».
Para el padre Giacopuzzi, los jóvenes que están en «The Voice» «son un gran ámbito pastoral para sor Cristina. Ella es un signo de la cercanía de Dios también hacia ellos».
Providencialmente, en ese tiempo, su madre leyó en la prensa un artículo sobre la conversión de Claudia Koll. ¿Y quien es Claudia Koll? Pues una conocida actriz italiana, famosa por haber comenzado su carrera con películas de alto contenido erótico de la mano de Tinto Brass, y que en el año 2001 protagonizó una de las vueltas a la fe más sonadas del panorama artístico de este país.
Tras su conversión, Claudia Koll decidió dedicarse a las obras de caridad con los más necesitados. Fundó una ONG, Le opere del Padre, y se dedicó a promover la evangelización y la solidaridad con países como República Democrática del Congo, Burundi o Magadascar. Participó también como actriz en grandes producciones católicas, como la serie sobre Santa María Goretti, o una película sobre San Pedro.
En 2007, le llegó a Claudia Koll la propuesta de dirigir la Star Rose Academy, una academia para artistas y también una obra de evangelización del mundo del espectáculo fundada por las Religiosas Ursulinas de la Sagrada Familia. Esta singular congregación nació a principios del siglo XX de la mano de cinco jóvenes italianas, y se dedica especialmente a la evangelización de los adolescentes. Para estas religiosas, la Carta a los artistas de Juan Pablo II en 1999 supuso un desafío a su vocación.
Precisamente, y aquí es donde volvemos a sor Cristina, el artículo que su madre leyó sobre la conversión de Claudia Koll, venía con un anuncio: la flamante directora de la Star Rose Academy estaba buscando una chica para protagonizar un musical sobre la vida de la fundadora de las Ursulinas, sor Rosa Roccuzzo. Lo contó la propia Claudia a la revista italiana Chi (por cierto, en el link hay una bonita foto de Cristina antes de tomar los hábitos)
Para la joven Cristina, ponerse en el papel de sor Rosa supuso no sólo su conversión, sino también el descubrimiento de su vocación religiosa con las ursulinas. Empezó su noviciado con las ursulinas en Brasil, un país donde la música cristiana ha alcanzado unas altísimas cotas de profesionalidad y de brillantez.
Allí nuestra novicia confirmó su doble vocación, a la vida religiosa y a la evangelización a través de la música, como hacía con los niños de la calle. Vuelta a Italia, se puso en contacto con ella el padre Raffaele Giacopuzzi, director del Good News Festival, el festival de la canción de inspiración cristiana que organiza cada año la Pastoral Juvenil de la diócesis de Roma. Sor Cristina, como era de esperar, venció limpiamente el concurso en su V edición, celebrada en junio del año pasado. Y llamó la atención de los expertos.
Entrevistado por la edición italiana de Aleteia, el padre Giacopuzzi explicó que fue él en persona quien convenció a sor Cristina a participar en The Voice, al ver su gran talento. «Me llamaron para invitarla a participar, y yo hice la petición a sus superioras, para respetar todo y no crear falsas expectativas».
«Lo bonito es que las ursulinas, al gestionar esta academia de artistas cristianos, donde Cristina creció y maduró su vocación, eran desde el principio favorables, aunque me preguntaron: ¿pero según tu vale la pena?»
«Yo respondí: vale la pena por una serie de motivos, el primero es que no la mandamos sólo porque lleva velo, sino que es una que ha estudiado, ha hecho academia de canto, y sabe lo que hace. Además ha tenido contacto con gente que viene del mundo del arte y del espectáculo, así que sabrá cómo luchar, en qué ring se encuentra».
El padre Giacopuzzi explicó que sor Cristina ha estado en Brasil, «donde es normalísimo que la música cristiana venda millones de discos y está absolutamente aceptada en el mercado discográfico. Mientras que entre nosotros, como hemos visto estos días, hay muchos escandalizados de que haya una monja en la TV».
Hay muchos modos de ir a la TV, ha habido personas que no eran consagradas y que se han hecho pasar por tales. En este caso, se trata de una persona que va a cantar acompañada por toda su comunidad, que lleva una vida diaria tranquila y sosegada, identificada con su vocación. El padre Giacopuzzi subraya que sor Cristina, fuera del escenario, «es una persona tímida y reservada, que no busca exhibirse ni hacerse notar».
«Comunicar hoy el Evangelio es ante todo comunicar alegría, y que Cristo no te quita nada sino que quiere darte más. Creo que esto es lo más bello que hay que comunicar».
El padre Giacopuzzi termina explicando que sor Cristina le comentó sus razones para haber elegido como instructor al rapero J-Ax, conocido en Italia por su coqueteo con la droga (la canción que le consagró, Ohi Maria, pide la liberalización y legalización de la marihuana) y por su anticlericalismo. «Le elegí – cuenta sor Cristina – porque tengo muy presente que el Papa nos manda a las periferias, y J-Ax, más que los demás, es precisamente uno que está orgulloso de venir de las periferias, de hablar con el lenguaje de la gente de las periferias».
Para el padre Giacopuzzi, los jóvenes que están en «The Voice» «son un gran ámbito pastoral para sor Cristina. Ella es un signo de la cercanía de Dios también hacia ellos».