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martes, 20 de mayo de 2014

La Justicia Dominicana, entre lo Moral y lo Inmoral de la Política

Resulta decepcionante saber del alto grado de mediocridad que arropa a la justicia de la amada Republica Dominicana. El poder político del que gozan aún ex ministros, o mas bien del poder económico con el cual pueden comprar la conciencia de algunos jueces y juezas que rompen con la ética profesional, poniendo en juego la lealtad del poder judicial, el cual no debe ser menos influyente que el poder ejecutivo, sino todo lo contrario, es el poder de donde debe emanar el equilibrio para darle fuerza jurídica a la democracia, democracia que aparentemente les da autoridad a algunos ministros para desfalcar el Estado y envolver en la complicidad a las máximas autoridades del poder jurídico.
Gracias a Dios que existen personas incapaces de poner su moral por el suelo, aunque saben que su fuerza no es suficiente para doblegar esa maquinaria pagada por la corruptela que alimenta la inmoralidad en el ejercicio del que pudiera ser la entidad mas pulcra de una sociedad cualquiera, el poder judicial no es para defender lo claramente indefendible; Resulta vergonzoso a los morales tener que percibir este indignante accionar que se hace cada día mas común, en una sociedad donde el que cree gozar de sentido de juicio y pensante ha tenido que alejarse de la política sucia que denigra la integridad moral de cualquiera que se crea ser respetuoso de la ley y del comportamiento de un individuo publico que ostenta la administración de algún ministerio de Estado.
La moral que debió caracterizar la política y más aun la política a llevar de un partido fundado por un hombre totalmente vertical que dignifica y pone en alto, muy en alto lo que ha de haber sido la ciencia más respetada y noble, ya que de ella depende el desarrollo social de un pueblo. No tengo que mencionar nombre, pues no creo que tenga comparables la conducta del fundador de los dos partidos de más influencia social en Republica Dominicana.
La política dominicana y sus autores principales tienen mucho que ver con la mala conducta que se refleja hoy en gran parte de la sociedad de nuestra nación, pues si no es moral la justicia, porqué tiene que serlo otra institución, como por ejemplo la policía, como si no es moral un ministro cualquiera, porqué tiene que serlo un empresario privado y si no es moral un político cualquiera, porqué tiene que serlo un individuo cualquiera y finalmente si un partido político es inmoral, porqué tiene que no serlo el otro. El ejemplo debe ser impuesto tras el accionar de cada uno de los que pretenden ejercer la ciencia de la política, ciencia que ha sido vulnerada por individuos inescrupulosos a quienes no les preocupa el avance social de la nación, sino su enriquecimiento en cuatro años o menos, razón que invita a cualquier otro individuo a lograr lo mismo en cualquier escenario.
La política dominicana necesita de cambios radicales que inviten a la honestidad tanto individual como institucional y para esto se necesita de nuevas caras administrando el país, profesionales que no necesariamente deben salir de un partido político, se deben tomar en cuenta a buenos profesionales que les apesta la política, pero tienen gran interés en servir al país.
Recientemente fue apresada una jueza en Costa Rica porque se le vincula con la puesta en libertad de un o unos narcotraficantes por dinero, sin embargo en Santo Domingo también recientemente se despenalizó a un político, evitando llegue a la cárcel por corrupto, los cuales tienen la facultad de pedir se desestime cualquier acusación en su contra y es fácilmente complacido, después obviamente de desembolsar cierta cantidad de dinero en sus cuentas o a través de intermediarios abogados que se prestan para dicha inmoralidad.
Gracias a Dios, que no se le ha ocurrido a alguien con eliminar físicamente a los inmorales jueces y políticos como ha sucedido en otros países y que mas bien han procedido a imitarlos con la misma desfachatez, inclusive utilizando el mismo tipo de vehículos lujosos que usan los políticos. Necesitamos cambios radicales, pero no se puede llegar a esos extremos donde el crimen es la solución, aunque hay países donde a los corruptos los elimina el Estado. Hasta la próxima
 
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Por Simón Bolívar Nina