No es sencillo ser cristiana en el Ejército israelí. Son muy pocos –no se dan cifras oficiales–, básicamente porque sólo los judíos tienen que cumplir con la obligatoriedad del servicio militar. Quienes profesan otras religiones, como Arin, lo hacen por elección.
Tomar esa decisión muchas veces implica perder el amor o el respeto de seres queridos, pero esta joven cristiana parece muy convencida: "Llegué a la conclusión de que si no me aceptan por lo que soy, no los necesito en mi vida".
Este lunes conoció al Papa. Justo antes de la reunión, le confió a Infobae que "muchas cosas pasaron por su mente cuando se enteró que lo visitaría". El Vaticano solicitó una reunión con militares cristianos y el nombre de Arin rápidamente fue consensuado.
Ella explica que está muy comprometida con su creencia y se ocupa activamente del tema en el Ejército. Por ejemplo, días atrás organizó una ceremonia en una iglesia para despedir a los soldados caídos, un hecho inédito en Israel. "Nuestros oficiales muertos no tienen ceremonias con plegarias. Y para nosotros es muy importante ese rezo. Así que trabajé muy duro para lograrlo".
Confió que para ella el Papa es una persona muy importante. Lo describe como "humano y muy dulce". Justamente –revela– esas son las cualidades que le interesan de Francisco. "Cuando me enteré de que decidió viajar en un vuelo común de Alitalia, me pareció alucinante. No se ve mucha gente así. Lo mismo cuando supe que se paseaba por Roma saliendo por la puerta de atrás del Vaticano... Me hice su fan inmediatamente".
Arin es profundamente cristiana. Llega a la cita con Infobae enfundada en su uniforme del Ejército. Perfectamente maquillada y con el pelo recogido con destreza. Lleva el tatuaje de una cruz en una mano y una pulsera con el mismo símbolo en la otra. Su decisión de vida no fue sencilla.
Primero se lo contó a su madre. La reacción fue el miedo. "Temía por mí cuando volviera cada día a Nazaret, donde vivíamos". No estaba tan errada, de hecho Arin cuenta cómo le apedrearon el auto, intentaron atacarlo y cómo casi todos los días –hasta la mudanza a un barrio judío– debió llevar ropa de civil arriba de su uniforme para poder volver a casa.
Su padre aún no lo entendió y perdió muchos amigos en esta travesía, que empezó cuando tenía 25 años, recién salida de la escuela de Derecho. "Muchas veces es duro. Hace unos días, por ejemplo, se casó uno de mis mejores amigos del colegio y la pasé mal, pero es así".
"El Ejército es lo correcto, para mí, para mi país. Ésta es nuestra casa. No puedo imaginarme en ninguna parte del mundo que no sea en Israel", dice emocionada. Además, explica, para los cristianos, ésta es la Tierra Santa. "Estamos obligados como cristianos a proteger esta tierra. Para mí es un privilegio".