Francisco vive en comunidad, como sacerdote regular, no enclaustrado en un palacete
Desde su ascensión, el Papa Francisco ha enviado señales de renovación a una Iglesia Católica que se mostraba anquilosada en el mejor de los casos, o sumida en grandes escándalos. Los múltiples casos de pederastia que se develaron en diversos países durante dos décadas, los negocios turbios del llamado Banco del Vaticano, y la vida lujosa de algunos prelados son signos manifiestos de los problemas institucionales.
El Papa Francisco ha enviado cuatro señales específicas de renovación: una, la sencillez en el estilo de vida que debe primar en las personas que se dedican a la vida religiosa; dos, el compromiso con los más pobres, débiles y vulnerables; tres, una iglesia en acción, desafiante de privilegios y sin acomodamientos; y cuatro, una visión de Dios misericordioso y compasivo. Esas señales las ha concretado en algunas acciones y expresiones.
Francisco vive en comunidad, como un sacerdote regular, no enclaustrado en un palacete. En la medida de lo posible, se comunica con la gente de manera directa. Envía señales de paz, no de azotes ni castigos, ni “bastonazos inquisitorios” (su expresión). Se acerca a los desprotegidos y su primer viaje fuera del Vaticano fue a Lampedusa, donde se congregan miles de africanos empobrecidos en su intento por llegar a Europa.
En su primer año de papado, Francisco reúne un conjunto de expresiones que dan testimonio de su nuevo estilo. En su sencillez ha dicho: “Os pido un favor… que recéis al Señor para que me bendiga”. “Yo me he quedado en Santa Marta porque no puedo vivir sin gente”. “Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?” “Nadie se salva solo, como individuo aislado”.
Sobre una Iglesia de compromiso social, Francisco ha dicho: “Como me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”. “Esto es lo que os pido, sed pastores con olor a oveja”. “La dignidad no es la que da el poder, el dinero, la cultura; la dignidad nos la da el trabajo digno”.
A los jóvenes les ha dicho: “Quiero que haya lío en las diócesis… Quiero que la Iglesia salga a la calle”. “Insto a los jóvenes a apostar por los grandes ideales, a no tener miedo de soñar con cosas grandes”. “Tengan coraje, vayan hacia adelante, hagan ruido”.
En su visión del Dios misericordioso y compasivo, Francisco ha dicho: “Dios nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos”. “Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría”. “No tengáis miedo, no tengáis miedo. El Señor es el Señor de la consolación, de la ternura”.
El año pasado para esta época el Papa dijo: “Vivir la Semana Santa siguiendo a Jesús quiere decir aprender a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás”. Lavó los pies a doce jóvenes en una cárcel, y este jueves lo hará a doce personas mayores discapacitadas.
Para los católicos, los mensajes que ha enviado el Papa Francisco en su primer año de papado deben servir de renovación espiritual para construir una iglesia de la humildad, la compasión, la justicia, el respeto, la igualdad, y la acción espiritual transformadora de la sociedad. Una iglesia distante del poder corrupto, de los abusos, y los mensajes inquisitorios. Como ha dicho Francisco, “La iglesia no crece por proselitismo sino por atracción”.
Muchos seres humanos buscan las religiones para encontrar aliento en medio de las turbulencias de la vida, para engrandecer la existencia humana y transcenderla. Lo que predican y enseñan las religiones es la sustancia que alimenta a los seguidores.
Por Rosario Espinal
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