¡En escuelas y universidades los currículos han sido modificados para buscar las horas entradas y de salidas más seguras! ¡En fin, estamos ante un miedo colectivo! En las calles solo se habla de “inseguridad ciudadana”
A pesar de que se hacen esfuerzos a través de los medios policiales y judiciales de dar respuestas a tanta agresividad, la gente en general ve con escepticismo las explicaciones, esto se debe a que no ven una merma entre los que delinquen, al contrario se tornan más agresivos.
Los que comenten estas travesuras, cuando son entrevistados en los medios correspondientes, se ven con una tranquilidad que espanta. No muestran nada de arrepentimiento, y sí por sus facciones y palabras fueran, cualquiera lo exculpara de sus daños que causaron.
Entre tantas opiniones de expertos no veo con certeza a qué atribuyen ellos, el comportamiento y el porqué del accionar de los que agreden.
¿Cuál es la capacidad de convencimiento que ejercen los que tienen experiencia en violar la justicia, para atraer a otros adeptos? ¿Por qué es tan fácil, que los que cometen un hecho delictivo, salgan rápidamente de la cárcel? ¿Cuál es el factor más influyente para cometer sus atrocidades? ¿Se ha estudiado, de una vez tras las rejas, como se comportan en las cárceles los que atracan, hieren o matan? ¿Existe arrepentimiento?
Son muchas las interrogantes que nos hacemos a diario. Da la impresión que los que cometen hechos delictivos no ven noticias radiales ni televisivas y mucho menos, escritas. No conocen el verdadero significado de estar frente a una corte de justicia. No temen a una sentencia. No les preocupa vivir en una cárcel. Ni mucho menos, sienten dolor por la separación de sus familiares hacia ellos.
¡Sencillamente, se tornan insensibles! ¡No respetan la vida ajena!
En los centros hospitalarios, se ven a diario los que han sido objeto de una agresión delictiva, llegan heridos, agónicos y los que tienen la suerte de recuperarse, y cuando pueden expresar lo que hicieron los que los atacaron, hacen énfasis, que no tienen piedad, no les importan las vidas de los que atacan, ni mucho menos le temen a lo que pueda hacer la policía o lo que pueda imponer la justicia.
¡Como van las cosas, los que escribimos estas columnas, debemos despedirnos semanalmente!
Con el aumento de la criminalidad y la inseguridad ciudadana, no podemos hablar con la certeza de que estaremos junto a ustedes la próxima semana sanos y salvos.
La explicación es sencilla, nadie sabe responder la pregunta: ¿Por qué se pierde el miedo a la justicia?
El autor es médico, escritor y profesor universitario.
Dr. Frank Espino