(VIS) «El Papa Francisco, con esta carta a las «queridas familias» del mundo -afirma el arzobispo- quiere involucrarlas en el camino sinodal. La oración es es la primera forma de participar en ese camino común. Las familias -y esta es la intención del Papa Francisco- no son sencillamente el objeto de una atención. Son también el sujeto de esta peregrinación, ya que en la Iglesia son mayoría y están marcadas por el Sacramento del Matrimonio».
«No se puede olvidar -añade- que la irradiación del primer cristianismo se produjo a través de la red de las familias. Es una gran lección también en nuestra época que invoca una nueva estación misionera de la predicación evangélica... El Papa pide a las familias cristianas que sientan la responsabilidad de su misión en este tiempo tan confuso e inquieto. Pide su ayuda. Por otra parte, si hay un tema en la vida cristiana, para el cual el respaldo de las familias es indispensable, tanto al Papa como a la Iglesia es éste. Si no hubiera familias, la palabra de Jesús -la palabra de la Iglesia, la palabra del Papa- sobre el amor conyugal que es capaz de abrirse al agape de Dios para todos, parecería abstracta, poco realista, ineficaz».
«Pero las familias -concluye el prelado- ,gracias a Dios, existen y su presencia se siente. Por eso es significativo que los pastores y las familias vivan en este tiempo «concordes en la oración», como en un cenáculo espiritual que da cabida al mundo entero, a la espera de que el Espíritu Santo suscite una renovada Pentecostes».
«No se puede olvidar -añade- que la irradiación del primer cristianismo se produjo a través de la red de las familias. Es una gran lección también en nuestra época que invoca una nueva estación misionera de la predicación evangélica... El Papa pide a las familias cristianas que sientan la responsabilidad de su misión en este tiempo tan confuso e inquieto. Pide su ayuda. Por otra parte, si hay un tema en la vida cristiana, para el cual el respaldo de las familias es indispensable, tanto al Papa como a la Iglesia es éste. Si no hubiera familias, la palabra de Jesús -la palabra de la Iglesia, la palabra del Papa- sobre el amor conyugal que es capaz de abrirse al agape de Dios para todos, parecería abstracta, poco realista, ineficaz».
«Pero las familias -concluye el prelado- ,gracias a Dios, existen y su presencia se siente. Por eso es significativo que los pastores y las familias vivan en este tiempo «concordes en la oración», como en un cenáculo espiritual que da cabida al mundo entero, a la espera de que el Espíritu Santo suscite una renovada Pentecostes».