Main Nav

martes, 14 de enero de 2014

El legado de Juan Ramón de la Cruz Martinez



Los hombres de trabajo mueren a destiempo, muchas veces sin terminar las estrategias programadas a corto plazo para poner fin a la trayectoria trazada en busca de que pueda quedar en los anales de la historia positiva y a fin de que las generaciones por venir puedan sacarle el mayor de los provechos a esas frutas coloridas que pernoctaron con las podridas y nunca se dañaron, porque siempre mantuvieron su madurez sin caer al basurero.

Con esa tonalidad sapiencial nos atrevemos a definir los dotes del General Juan Ramón de la Cruz Martinez, un militar de carrera que conocimos durante muchos años de gestión y nunca descubrimos un acto que podamos decir afectara su moral y las buenas costumbre, porque siempre se manejó con entrega y afecto a su familia, sin llegar a cometer actos atropellantes, sino mas bien consensuados y acordes con la institución representada en todos los escenarios.

En los pocos años que duramos tratándonos, descubrimos en Juan Ramón de la Cruz Martinez, un profesional afable que se manejó como aquel que se moja en una isla rocosa, con mucho honor e independencia, lo que me lleva a recordar la frase célebre de Napoleón, cuando decía que “ la mejor manera de vivir con honor en este mundo, es ser lo que pretendemos ser”, a pesar de que en nuestra sociedad algunos piensan diferente y a merced de sus intereses personales, claro si lo vemos desde un punto de vista moral.

Con la muerte del General de Brigadas, Juan Ramón de la Cruz Martinez, la Policia Nacional, la provincia Monseñor Nouel y el país acaban de perder a un militar y amigo que actuaba con cualidad moral, de acuerdo con las normas establecidas por las leyes dominicanas, cordura, de forma justa y apegado la verdad.

Juan Ramón de la Cruz Martinez, puso control absoluto a la violencia, el ruido en las calles, los robos, el manejo de vehículos sin las documentaciones correspondientes y en contra de los propietarios de bares y discotecas que permiten la asistencia de menores y el consumo de bebidas alcohólicas en dichos antros de corrupción, además de compenetrarse con todos los sectores de la provincia Monseñor Nouel, sin tomar en consideración color de partido y composición social.

Durante su gestión como Director del Comando Regional Cibao Sur de Bonao, provincia Monseñor Nouel, el militar desarrolló diversos encuentros con las Juntas de Vecinos, a fin de concientizar a los padres de familias para enrumbar a sus hijos por el camino del bien y la mejora continua.

Los escenarios de mayor envergadura tienen su efecto en los encuentros realizados en las escuelas públicas y colegios privados, donde con las notas del himno nacional subía la bandera y luego dictaba charlas sobre “Seguridad Ciudadana” y motivaba a los estudiantes a cumplir con sus deberes.

Este militar tenía la virtud de que compartía y se manejaba con todos los públicos y escuchaba las inquietudes de los sectores mas depauperados para contribuir a solucionarle sus problemas, sin esperar que les sirvieran directa e indirectamente, mediante visita a su despacho, sino que personalmente se dirigía al lugar y servía de mentor y mediador.

En conversación con Juan Ramón de la Cruz Martinez, me manifestó que él se consideraba un hijo de Bonao y que su deseo era salir pensionado desde dicha provincia, porque la gente le daba mucho cariño y sentía ese pueblo como su ciudad natal, donde tenía muchos amigos.

La esperanza está cifrada en que el jefe de la Policia Nacional, general Castro Castillo, designe a un incumbente policial en Bonao, que no se confabule con los delincuentes, narcotraficantes y otras personas que contribuyen a desestabilizar el orden, la paz y la tranquilidad en la provincia, antes de la presente gestión policial. Al general Juan Ramón de la Cruz Martinez le faltó un largo camino por recorrer y que para bien de la sociedad nouelense debe ser continuado.
 
Por MARINO BAEZ