Mi primera sorpresa es enterarme que, al parecer, es la primera vez que el periodista Ramos nos visita. Da la impresión de que en las anteriores ocasiones, incluyendo aquella en que hizo una famosa entrevista política –la cual aprovechó para denostar al presidente de entonces- antes de las elecciones de 2004, tuvieron lugar en Miami.
Al dividir con sorna y desconsideración a los dominicanos en tres castas: “come solos”, “come siempre” y “come nunca”, nos hace pensar que “en su primer viaje” al país sus fuentes de información se limitan a políticos folklóricos y a colegas suyos, que posiblemente son responsables en parte de la pobreza que exhibe el país al formar parte de un tinglado de corrupción fundamentado en el chantaje y el tráfico de influencia.
Por suerte, no todos nuestros comunicadores son iguales. Fuera de la fauna atesoradora de bienes en base al terror verbal, hay verdaderos ejemplos de honestidad y capacidad que aun cuando trabajan en los medios de grupos corporativos importantes, se expresan con criterios profesionales, critican basándose en el dato con toda libertad y ejercen un periodismo constructivo.
Debemos agradecerle, sin embargo, que forzosamente reconozca las bellezas que no son solo naturales, sino en valores de dominicanos afables, servidores, atentos y respetuosos con los extranjeros, a tal nivel que cualquiera puede opinar mal de nosotros y lo tomamos a broma.
Negar nuestra pobreza y despilfarro sería una insensatez, pero no necesitamos que nos lo digan desde afuera. Lo sabemos y esto no solo es culpa de los políticos, sino también de empresarios, sociedad civil, nuevos ricos y periodistas. Nos hace falta una crítica interna constructiva, una cultura del ahorro que no tenemos, porque hasta los que menos tienen gastan por encima de sus posibilidades.
No comprendo la andanada lanzada por Ramos a los accionistas que controlan las empresas de comunicación. ¿Quiénes son los dueños de los grandes medios en Estados Unidos? ¿Son las ONG o las monjas de la caridad? ¿Cuándo ha encarado Ramos a los accionistas de sus medios que, de seguro, en materia de negocios no son los Niños Cantores de Viena?
Que lástima que no tomó en cuenta en su artículo que mantenemos en nuestro territorio –con todas las cargas que esto implica para las finanzas públicas- a cerca de un millón de nuestros vecinos y que eso, junto con el despilfarro, pueden ser causas importantes de nuestra pobreza. Tampoco se apercibió de que mientras las grandes naciones se hacen de la vista gorda, nosotros tenemos que alimentar y proveer de salud y empleo a cerca de un millón de haitianos que otras naciones más ricas devuelven de sus costas.
Habla de mordaza, no sé de quién, porque personalmente desde el sector empresarial tengo años criticando y aportando y nunca he sufrido censura.
Escribo todas las semanas en este prestigioso diario y jamás me han cambiado una coma. No he recibido una llamada de ninguno de sus propietarios ni del director. Con este artículo van ciento cuarenta y cinco semanas que escribo con un intervalo de tres años donde tuve el honor de servir a mi país desde el sector público sin ningún tipo de cortapisa.
En 1492 Cristóbal Colón nos “descubrió”. En 2013, lo hizo Jorge Ramos, con la diferencia de que aquel capitán de la mar océana se tomó meses en medio de las tribulaciones y los riesgos de las extensas travesías de entonces, mientras Ramos llegó en primera clase, en un vuelo panorámico al que pocos tienen acceso. Una inversión para injuriar a un país. Quizás sus críticas hubiesen sido válidas exentas de epítetos y de superficialidad.
Ramos debió de entrevistar a Nuria y Alicia, periodistas extremadamente agudas y preguntarles si no desarrollan sus programas con entera libertad, donde exponen crudamente actos de corrupción, nepotismo, excesos en las compras del Estado y situaciones del sector privado que coliden con los intereses de los propios medios donde laboran.
Quiero terminar haciendo una exhortación especialmente en esta época de Navidad: Que nos sirvan estas críticas para mejorar, porque es cierto que debemos elaborar un plan nacional contra la pobreza, que los esfuerzos que hace el Gobierno se multipliquen y juntos, todos poner nuestro grano de arena.
No podemos seguir permitiéndonos esta pobreza lacerante de la cual todos somos responsables y así todos los que nos visiten por avión puedan ver desde el aire lo mismo que ven luego de tocar tierra y no solo bailen al ritmo del merengue y bajo el cálido sol de nuestra media isla, sino que encuentren que gracias al esfuerzo de todos, no solo un país seguro como admite el amigo periodista, sino también un país donde el desarrollo ha logrado eliminar la pobreza.
Por CELSO MARRANZINI