Mis amigos y amigas lectoras al conmemorarse en esta semana el 53 aniversario del asesinato de las hermanas Mirabal quiero compartir nuevamente esta entrega que ustedes mismos me han solicitado. Esperando que cada uno de ustedes, durante estos días, hayan elevado una plegaria, depositado una rosa o encendido una luz en nombre de estas grandes mujeres que han pasado hacer un patrimonio de la humanidad. Ahora les dejo con mi carta escrita el 25 de noviembre del 2005.
Queridas, Minerva, Patria y María Teresa:
Quiero iniciar esta carta llamándole queridas porque desde muy pequeña las siento muy mías. Han sido como un miembro más de mi familia, quizás por la influencia de mi padre y mi madre quienes en mi temprana infancia se preocuparon por contarme la historia de ustedes. Siendo niña me llevaron a su antigua casa para que viera por mi misma sus pertenencias, sus legados materiales, los enseres domésticos que utilizaban con el claro propósito que dicha vivencia me permitiera valorar mejor sus aportes a la sociedad.
Hace apenas unos días visité de nuevo la casa. Ahora además de sus pertenencias personales hay una biblioteca para ser utilizada por todo aquel que lo necesite. Trasladaron sus restos y también los de Manolo. Hay tres estatuas sencillas, como lo eran ustedes, debajo del gran árbol tan frondoso e imponente que parece que con sus sombras arropa y cobija todo el inmenso jardín.
En mi recorrido por la casa tuve una grata y emocionante conversación con su hermana. Sí!, con Dedé, la cuarta Mariposa, la que se quedó para contarnos la verdadera historia. Quien tuvo el valor y el coraje de criar a cada uno de sus hijos e hijas, llenándoles de amor, un amor tan grande e intenso que transformó el rostro del odio o de la rebeldía que pudiera existir hasta convertirlos en hombres y mujeres sanos mental, emocional y espiritualmente. En hombres y mujeres positivos y productivos para nuestro país.
Sí, hablé con Dedé, su hermana, la que ha sanado sus heridas a base del perdón y del proceso de curación que sólo da el tiempo transcurrido. Me habló y me mostró el jardín de rosas que ha sembrado para ustedes de cuyos tallos siempre florecen tres rosas a las cuales les ha dado sus nombres. Me ha contado que cada tarde al morir el sol, siente sus presencias al observar el aletear de cada mariposa que se posa en su portal. Me ha dicho que las recuerda cada día y las extraña mucho al igual que nosotros y nosotras.
¡Minerva, Patria y María Teresa cuánto las extrañamos!, ¡cuánto he pensado en lo distinto que hubiese sido todo si ustedes estuviesen con nosotros!, Si el sátrapa y sus seguidores no hubiesen exterminado a su generación y con ella a sus ideales y proyectos tendríamos una nación menos mancillada.
Déjenme decirles que los hombres y mujeres que formamos esta nación hemos sido en su mayoría mutilados. Nuestra mutilación comenzó después de realizar varias luchas, de protestar en contra de los gobiernos de turno.
Muchos decidieron que era más ventajoso unirse a los tentáculos de la corrupción y montarse en el carruaje de la comodidad, de la lujuria, en el carruaje de la compra de conciencias que luchar por ideales y por patriotismo. Esa mutilación fue herencia del tirano y del caudillo que le sucedió en el poder, también.
En nuestra Nación hoy existe una nueva enfermedad, que es la indiferencia y la dejadez. Hemos perdido lo que se llama el corazón y el alma del Pueblo. Nuestros gobernantes se han burlado de nosotros y se lo hemos permitido.
Con decirles que se han hecho diversas modificaciones a la Constitución, sí, a esa obsoleta y de carácter continuista de 1966 pero sólo se ha reformado para satisfacer intereses políticos cada vez que se le antoja a los legisladores de turno.
Capitalizaron la Compañía de Electricidad, haciendo negociaciones con extranjeros y ahora tenemos que pagar la facturación más cara del mundo y a nadie le importa . Luego el Estado decidió recomprarla pagando a un alto precio y seguimos con la ineficiencia, carestía e insatisfacción con un servicio que se traga más de mil millones de dólares anuales de subsidios.
Vivimos en un sistema que tiene como disfraz a la democracia, la cual también es utilizada al antojo de nuestros dirigentes que al fin y al cabo hacen con nosotros lo que quieran y cuando quieran. No tenemos líderes que seguir, ni ejemplos dignos de imitar. No tenemos oposición y si la tenemos es tibia, sumisa y cómplice. Los políticos de turno no hacen nada, cada cuatro años nos hacen promesas, nos llenan de teorías y discursos bien elaborados pero nada más, cuando llegan al poder todo queda y muere ahí.
Pero a pesar de todas estas faltas que adolecemos hay buenas noticias. Después de muchas batallas la Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoció el trágico día de sus muertes físicas como el Día Internacional de La No Violencia. Cada 25 de Noviembre hacemos un paro para conmemorar y reflexionar esa tragedia, para buscar mecanismos de soluciones para frenar la violencia, no sólo a nivel nacional sino también a nivel internacional.
Se han elaborado videos, documentales, películas para contar su historia a nivel internacional.
En el país se han formado miles de organizaciones que trabajan día a día para educar a la mujer, para ayudarle en su progreso económico y social, para frenar la violencia intrafamiliar. Ya la mujer es más independiente, es tomada en cuenta, tiene aportaciones económicas, sociales, políticas y jurídicas en la sociedad dominicana.
Estos son algunos de los logros positivos que hemos alcanzado y quiero recalcar estas partes porque suelo ser positiva aunque no he de negarles que cada día me preocupo y me entristezco por el futuro de nuestro país y de nuestras generaciones, por lo que le estamos dejando, por lo que le estamos dando.
Bueno, Minerva, Patria y María Teresa ahora tengo que dejarlas, debo volver a mi trabajo. A mi vida de profesional independiente en un país tercermundista que ofrece posibilidades y oportunidades de desarrollo limitadas y muy pocas garantías constitucionales, aunque las mismas estén consagradas en una nueva Constitución.
Pero les prometo que les escribiré de nuevo, el próximo año, si la Divinidad me lo permite les seguiré contando como andamos. Mientras tanto, les sigo extrañando y yo al igual que su hermana Dedé las seguiré contemplando en cada mariposa que vuela, en cada rosa que florece.
Les quiero mucho, YO.
La autora es Abogada y docente universitaria.