Hace unos días la Policía Nacional reportó que seis personas se suicidaron en un período de 24 horas en distintos puntos del país, al ingerir sustancias tóxicas, dispararse a la cabeza y ahorcarse, por motivos que se investigan.
Una de las víctimas mortales se propinó con una pistola el mismo un balazo en la cabeza en una finca de Villa Mella. Otra se quita la vida al ingerir una sustancia tóxica conocida como “gramoson”, en su residencia ubicada en Arenoso, mientras que un tercero fue encontrado ahorcado en su residencia del barrio Caamaño, en Neiba.
La policía reportó, además, que en la comunidad Bohechio, San Juan, murió envenenada otra señora luego de ingerir una sustancia tóxica desconocida. En tanto que en la comunidad Guayabal, Azua, murió también ahorcado un señor cuyo cadáver fue encontrado en su residencia La otra víctima por suicidio se registró en la comunidad Valsequillo, de Haina, donde fue encontrado ahorcado un nacional haitiano.
Seis suicidios en 24 horas, es decir uno cada cuatro horas que si lo proyectamos a un año estamos hablando de más de dos mil suicidios en la República Dominicana, una situación verdaderamente alarmante. ¿Qué está pasando en el mundo, porque se deprime tanto la gente y decide resolver sus problemas quitándose la vida que Dios le da?
Muchos se preguntarán qué dice la Biblia sobre el suicidio. En todo el libro se mencionan sólo siete personas que cometieron suicidio: Abimelec (Jueces 9, 50-57), Sansón (Jueces 16, 28-31), Saúl (1 Samuel 31, 1-6), el escudero de Saúl (1 Samuel 31, 1-6), Ahitofel (2 Samuel 15, 12-34; 16, 15-23; 17, 1-23), Zimri (1 Reyes 16, 8-20) y Judas Iscariote (Mateo 27, 1-8).
Cuatro de ellos fueron hombres crueles, malvados, pecadores. La Biblia ve al suicidio igual que al asesinato – eso es lo que es – asesinarse uno mismo. Dios es quien va a decidir cuándo y cómo va a morir una persona. De acuerdo con la Biblia, tomar ese poder en sus propias manos, es blasfemia contra Dios
El resto de la Biblia es una larga confesión del Dios de la vida, con Jesucristo vivo en medio del universo. Lo que siempre reprueba la Biblia es el asesinato y que un hermano perjudique la vida del propio hermano con la injusticia, el maltrato, la esclavitud, la marginación, la humillación. Esa inhumanidad es reprobada por el Dios de la vida. ¿No será que los suicidas viven en un medio inhumano?
Muchas personas creen que un suicida, al tomar el poder de Dios en sus propias manos, comete un pecado que lo lleva al infierno. Pero no encontramos ni un pasaje bíblico que afirme claramente esta conclusión.
El silencio de la Biblia es justamente para que los vivos no le usurpemos el poder de juzgar a Dios el hecho del suicido, enviando nosotros a las personas a la salvación o a la condenación.
Al contrario, un pensamiento movido por el amor considera que el suicidio es un acto propio de una persona, que movida por la desesperación es un dato que sólo Dios conoce. Solo la TEOTERAPIA puede sanar a una persona con profundo conflictos en su personalidad.
Sé que los suicidas no tienen dominio sobre su propia voluntad, la depresión los lleva a anular la conciencia plena de sí y el razonamiento lúcido, por lo cual el suicidio no es un acto libre ya que desean acabar con el sufrimiento que padecen. Y sólo Dios sabe qué hacer con un hijo o una hija que ha atentado contra su propia vida. En ese terreno no nos podemos entrometer.
El suicidio es un flagelo que avanza y carcome la sociedad. Por eso hay que hacer una propuesta Teoterápica donde se promueva en diferentes ámbitos el valor de la vida, incorporando a lo social, lo político, lo educacional el sentido espiritual de la persona humana, cuya vida depende de Dios, como forma válida de prevención del suicidio.