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lunes, 21 de octubre de 2013

“Palito de coco”, o el imaginario de un racismo

 
Qué más tendremos que demostrar los dominicanos a dos o a tres dominicanos -y de paso, a algunos dueños de ONGs, “izquierda burra” e “intelectuales” y periodistas de una sola vía: de sus intereses corporativos y políticos-electorales- de que somos un país solidario y multicultural, si no, que nos expliquen el fenómeno socio-musical y mediático de “Palito de coco” en medio de una sentencia controversial (“racista” y “xenofóbica” en voces de sus detractores); pero, al mismo tiempo, emanada de un Tribunal competente. Por dónde pues, agarrar el imaginario racial especifico y dirigido (a los haitianos), si Rumai es -con todo y negrito- contagio popular que desborda redes sociales, tv, internet, radio y las calles también.
Cierta vez tuve que explicar el contexto socio-cultural en que se expresan ciertos prejuicios en nuestro país que más que expresión de racismo o de xenofobia, delatan el aspecto socio-cultural-folclórico de una idiosincrasia -la nuestra- que raya en lo solidario, lo gentil y nada hostil al extranjero. Basta auscultar someramente en nuestra economía informal, es más: “Palito de coco” es su mejor expresión actual. Y nos preguntamos: ¿cómo puede ser contagio colectivo y alegría (o más bien, fenómeno), lo que viene de lo que se odia, se repudia y se quiere expulsar? ¿O acaso, Rumai y su “Palito de coco” no nos dice: “amigó”, “amigá”? ¿A dónde pues, el racismo y el rechazo, si Palito de coco y su ingenio, es un éxito? ¿Quién se ha ofendido? Que yo sepa, ¡nadie!
Me reí mucho al leer del Dr. Jorge Prats -muy a pesar de sus críticas y observancias jurídicas válidas sobre la sentencia 0168-13 del TC- que “…la élite dominicana es profundamente racista”, pero se le olvidó agregar que jamás esa “élite dominicana” ha pretendido históricamente constitucionalizar ese presupuesto étnico-racial como sucedió en Haití (1805-1807): “…todos los ciudadanos haitianos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros” (y sabemos el contexto histórico en que Toussaint y Dessalines lo concibieron así).
Sin embargo, la sentencia, “Palito de coco”, la migración y el inaceptable irrespeto al Presidente (en el acto de la CEPAL) nos dice que como país hay realidades que nos enaltecen, pero otras que, definitivamente, desnudan nuestras falencias como Nación-Estado. Estas últimas, hay que encararlas y corregirlas urgentemente.
¡Hagámoslo, ya!
Por: Francisco Cruz