(EFE/InfoCatólica) «Que finalmente el cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido», afirma el papa argentino.
«El cura Brochero -añade- tiene la actualidad del Evangelio. Es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe».
En este sentido, el papa Jorge Mario Bergoglio, exarzobispo de Buenos Aires, destaca cómo el sacerdote argentino supo salir «de la cueva del egoísmo mezquino que todos tenemos» y pudo «conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles».
«Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos», apunta. Por ello, el pontífice pide que «dejemos que el cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios».
Nacido en Santa Rosa, José Gabriel Brochero desarrolló toda su actividad pastoral en las sierras de Córdoba (Argentina) hasta su muerte en Villa del Tránsito, conocida en la actualidad como Villa Cura Brochero. El milagro que le atribuye la Iglesia Católica para su beatificación vino de la mano del pequeño Nicolás Flores, que estuvo a punto de morir en un accidente de tráfico y que, según certificó la Santa Sede, salvó su vida gracias a la intercesión de Brochero, a quien se encomendó su padre.
«El cura Brochero -añade- tiene la actualidad del Evangelio. Es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe».
En este sentido, el papa Jorge Mario Bergoglio, exarzobispo de Buenos Aires, destaca cómo el sacerdote argentino supo salir «de la cueva del egoísmo mezquino que todos tenemos» y pudo «conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles».
«Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos», apunta. Por ello, el pontífice pide que «dejemos que el cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios».
Nacido en Santa Rosa, José Gabriel Brochero desarrolló toda su actividad pastoral en las sierras de Córdoba (Argentina) hasta su muerte en Villa del Tránsito, conocida en la actualidad como Villa Cura Brochero. El milagro que le atribuye la Iglesia Católica para su beatificación vino de la mano del pequeño Nicolás Flores, que estuvo a punto de morir en un accidente de tráfico y que, según certificó la Santa Sede, salvó su vida gracias a la intercesión de Brochero, a quien se encomendó su padre.