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lunes, 26 de agosto de 2013
Restaurar el alma Dominicana
Con la guerra de la Restauración, acaecida el 16 de agosto del año 1863, el pueblo dominicano pudo recuperar su independencia (27 de febrero), gracias al coraje, decisión, y valentía de un grupo de hombres que entendieron que la soberanía, en algunas ocasiones, se consigue a precio de sangre. Arriesgaron mucho: su vida, su propia familia, incluyendo el futuro de sus hijos; pero su amor a la Patria de Duarte, fue suficiente para reconquistar el suelo dominicano.
La Restauración, al período bélico comprendido entre el 16 de agosto de 1863 hasta la salida de las tropas españolas el 11 de julio de 1865. Se le conoció con ese nombre porque su finalidad era restaurar el Estado nacido el 27 de febrero de 1844.
Es interesante saber, que el número de guerrilleros era insuficiente como para dar la batalla cuerpo a cuerpo, por lo que primero los ubicaban, y luego los atacaban, en algunos casos se juntaban varios grupos con su líder a la cabeza, y atacaban, al final cada líder y su grupo retornaban a su región. Ambas estrategias fueron diezmando a los soldados españoles, que tuvieron que huir so pena de quedar aplastados por la infantería dominicana.
Los héroes de la Restauración poseían alma nacionalista, y espíritu independentista. Una gran capacidad de donación, abnegación, generosidad y de sacrificio. Estos elementos transitaban por las venas de nuestros próceres. La unidad entre ellos era notable, por eso el triunfo sobre los españoles. Hoy disfrutamos de una nación soberana, libre e independiente.
Los que dirigen los destinos de la patria, no han gobernado a la altura de los próceres, pues precisamente, un alma poseída por intereses personales, en donde se depone el bien propio, por encima del bien común. Un alma corroída por el egoísmo, la envidia, y la vanidad. Un corazón malvado, perverso y mezquino, traen como consecuencia el saqueo de un país. El pueblo dominicano necesita purificar el alma. Dice Jesús en las Sagradas Escrituras: “lo que hace daño, no es lo que entra, sino lo que sale de la boca del hombre”. Tenemos entre todos los conciudadanos limpiar, purificar, restaurar el alma dominicana. La patria de Duarte, está literalmente saqueada. No se mira el bienestar de la nación sino el propio bienestar. El monstruo de la corrupción se pasea en todos los estamentos del Estado, y su cola llega al sector privado.
El dinero recaudado es vilipendiado, malgastado, y derrochado. Ahí está la explicación de todo. No hay medicina para los pobres que acuden a los hospitales, carreteras deterioradas, muchos jóvenes sin esperanza de ingresar a estudios superiores. Gente pasando hambre. El vil asesinato por un celular o unos chelitos. El sicariato dejando niños en la orfandad.
Como respuesta a la desdicha de gran parte de la población, y el derecho a subsistir, sin justificación alguna, entonces, no pocos se han enganchado a la tarea de “buscárselas como un toro”, o sea, a robar, engañar, y estafar despiadadamente. Ahora jugamos a protegernos el uno por los otros. Desconfiamos de todo el mundo. Si tú tienes problemas resuélvelos, que yo tengo los míos. Aparentemente se ha perdido el sentido de la solidaridad, el valor de la generosidad, y la virtud de la honestidad. Valores segados por la pasión egoísta y corrupta del corazón humano.
“Mal gobernante el que exprime al pueblo dándole poco a cambio” (Thomas B. Macaulay). Tenemos que limpia el corazón humano, lleno de telaraña que impiden ver la belleza de lo que lo rodea, que no le permiten ver las maravillas de la creación de Dios.
En una ocasión dijo Cicerón: “El gobernante de un pueblo no hallará medio más fácil para conquistar su simpatía que una vida austera”.
Luchemos sin desfallecer y rescatamos lo que hemos perdido, recuperemos el corazón sano de la patria, nunca nos sintamos derrotados