Me atrevo afirmar que todo el que tiene un mínimo de conciencia debe estar acorde en pensar que lo que estamos viendo en el exterior, tan pronto, tenemos la oportunidad de salir a las calles de nuestro Santiago, nos da la impresión que estamos en presencia de un desorden y suciedad.
Lo que era definida hace mucho, mucho tiempo, la ciudad más bella y limpia, hoy esto le queda grande. He repetido hasta la saciedad, que desde el entorno visual, por la cantidad de letreros colocados en aceras por donde se supone deben caminar transeúntes, hasta colocarlo en el mismo patio o frente del edificio del cabildo, atendiendo como excusa que se ofrece información, pero más bien es para promocionar políticamente las obras de la actual administración; da la impresión que estamos, no frente a un sitio o lugar de autoridad que supondría respeto, sino que hemos llegado a un lugar de entretenimiento.
Asimismo, el que recorre las avenidas de Santiago, ya una práctica que comenzó en la administración anterior, hoy se ha ido de las manos y es que está el letrero al pecho, no abundan la belleza, ni la correcta combinación del entorno de la flora que en esta se encuentra presente.
No existe al parecer, o no están en mayoría, dentro del Consejo de Regidores, quienes caminen por los calles de Santiago, barrios y urbanizaciones, donde abunda el deterioro de las mismas y que las pueda causar un mínimo de preocupación. El asunto de la basura parecería ser algo que no tendrá solución a corto plazo o no está dentro de los planes más inmediatos, quizás hasta que el hastío de la mayoría de los munícipes se haga un solo eco y la convivencia con la basura se haga insoportable. O cuando aparezca desde el seno del Consejo de regidores, una mayoría que se respete y pueda comenzar a darle el brillo que una vez tuvo la ciudad de Santiago de los Caballeros. Ojala y manifestaran el mismo ahínco e interés para las cosas realmente vitales para el municipio, así como lo muestran para aprobar bombas de gas, nuevas franjas, sin control ni orden, entre otros. El abandono, es la mejor característica que tiene nuestra hidalga, no parece que tuviera autoridades que se condolieran de lo que estamos viendo y viviendo.
SI hubiera autoridad real y que supieran lo que están haciendo, y a quienes realmente le duela esta ciudad y si fueran hacer algo diferente a lo que habían pregonado, no se sintiera la pena y la vergüenza por ver en qué se ha convertido Santiago de los Caballeros, una ciudad fea, desordenada, sucia, sin aparente control y sin verse una planificación, más allá de la teoría. Con esto no podemos sentir los santiagueras y santiagueras, orgullo de lo que hoy padecemos.