(RV/InfoCatólica) «Si aquel antiguo templo fue edificado por los hombres, Dios, por la encarnación de su Hijo, ‘construye su casa’ para habitar en medio de nosotros», ha dicho el Papa.
«Así», ha añadido, «Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su ‘casa espiritual’, no hecha de piedras materiales, sino de ‘piedras vivas’, que somos nosotros». El Papa nos preguntó ¿cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes?»
Deseo hoy hablar sobre otra imagen que nos ayuda a ilustrar el misterio de la Iglesia, la de templo. La palabra templo hace pensar en un edificio, en una construcción; recuerda el gran Templo de Salomón, lugar donde el pueblo de Israel se encontraba con Dios; imagen que por la fuerza del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia como «casa de Dios», lugar de su presencia. Si aquel antiguo templo fue edificado por los hombres, Dios, por la encarnación de su Hijo, «construye su casa» para habitar en medio de nosotros. Así, Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su «casa espiritual», no hecha de piedras materiales, sino de «piedras vivas», que somos nosotros. ¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? ¿Nos abrimos a la acción del Espíritu Santo para ser parte activa de nuestra comunidad o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: «tengo tantas cosas que hacer, y no es mi obligación»?
«Así», ha añadido, «Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su ‘casa espiritual’, no hecha de piedras materiales, sino de ‘piedras vivas’, que somos nosotros». El Papa nos preguntó ¿cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes?»
Texto completo de las palabras del Papa Francisco en español
Queridos hermanos y hermanas:Deseo hoy hablar sobre otra imagen que nos ayuda a ilustrar el misterio de la Iglesia, la de templo. La palabra templo hace pensar en un edificio, en una construcción; recuerda el gran Templo de Salomón, lugar donde el pueblo de Israel se encontraba con Dios; imagen que por la fuerza del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia como «casa de Dios», lugar de su presencia. Si aquel antiguo templo fue edificado por los hombres, Dios, por la encarnación de su Hijo, «construye su casa» para habitar en medio de nosotros. Así, Cristo es el Templo vivo del Padre, él mismo edifica su «casa espiritual», no hecha de piedras materiales, sino de «piedras vivas», que somos nosotros. ¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas o, por el contrario, somos, por así decir, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? ¿Nos abrimos a la acción del Espíritu Santo para ser parte activa de nuestra comunidad o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: «tengo tantas cosas que hacer, y no es mi obligación»?