(ACI/InfoCatólica) En declaraciones al diario argentino La Capital, Adrián denunció que personal del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) le realizó análisis a la pequeña sin consentimiento de los padres, luego de lo cual «una médica me dijo que mi hija no tenía actividad cerebral y que le podía desconectar el respirador sin autorización nuestra».
La dramática historia de este matrimonio, natural de Rosario, a 298 kilómetros al norte de Buenos Aires, comenzó el 10 de julio de 2012, cuando Avril le dijo a su madre que le dolía la cabeza. Silvina se disponía a llevarla al hospital cuando la pequeña vomitó y perdió el conocimiento.
Adrián y Silvina recorrieron diversos centros médicos en Rosario hasta que, donde «nunca nos dieron un diagnóstico. Cuando nos avisaron que no había más nada por hacer, la trajimos a Buenos Aires, por nuestra cuenta y tras consultar por internet a un centro de rehabilitación (Ciarec)».
En Ciarec «nos atendieron muy bien pero tuvo neumonía y debimos trasladarla al Hospital Sagrado Corazón», de donde luego pasó al Hospital Militar.
Adrián indicó que probablemente «para la obra social (de los empleados de comercio y actividades civiles, Osecac), lo de Avril es un gasto muy grande y, tal vez por eso, la quieren desconectar».
Además, recientemente, recordó indignado, los visitó un supuesto representante de Osecac, quien «nos dijo que teníamos que aceptar que Avril se iba a morir, como a mí se me cae el pelo y lo tengo que aceptar».
Según indicó el matrimonio argentino a la prensa, tras las denuncias realizadas la atención en el centro médico ha mejorado un poco, pero aún permanece la amenaza de que con algún nuevo estudio las autoridades desconecten a su pequeña.
La dramática historia de este matrimonio, natural de Rosario, a 298 kilómetros al norte de Buenos Aires, comenzó el 10 de julio de 2012, cuando Avril le dijo a su madre que le dolía la cabeza. Silvina se disponía a llevarla al hospital cuando la pequeña vomitó y perdió el conocimiento.
Adrián y Silvina recorrieron diversos centros médicos en Rosario hasta que, donde «nunca nos dieron un diagnóstico. Cuando nos avisaron que no había más nada por hacer, la trajimos a Buenos Aires, por nuestra cuenta y tras consultar por internet a un centro de rehabilitación (Ciarec)».
En Ciarec «nos atendieron muy bien pero tuvo neumonía y debimos trasladarla al Hospital Sagrado Corazón», de donde luego pasó al Hospital Militar.
Adrián indicó que probablemente «para la obra social (de los empleados de comercio y actividades civiles, Osecac), lo de Avril es un gasto muy grande y, tal vez por eso, la quieren desconectar».
Además, recientemente, recordó indignado, los visitó un supuesto representante de Osecac, quien «nos dijo que teníamos que aceptar que Avril se iba a morir, como a mí se me cae el pelo y lo tengo que aceptar».
Según indicó el matrimonio argentino a la prensa, tras las denuncias realizadas la atención en el centro médico ha mejorado un poco, pero aún permanece la amenaza de que con algún nuevo estudio las autoridades desconecten a su pequeña.