En estos tiempos modernos la vida corre muy de prisa a tal nivel que muchas veces no nos damos cuenta de lo que tenemos, de lo que dejamos o de lo que perdemos. Todo va pasando como en un gran filme, es como si nosotros estuviésemos viendo nuestra propia película correr vertiginosamente sin poder detenerla.
En esta prisa nos perdemos y dejamos de aprovechar la calidad del tiempo, la calidad de las cosas importantes.
En estos momentos donde estamos viviendo con una humanidad cibernética, debemos analizar qué tipo de tiempo tenemos y cómo lo manejamos, lo aprovechamos, a quienes se lo dedicamos, con quienes lo compartimos, en qué lo invertimos, porque sería muy triste llegar al final de esta vida, ver hacia atrás y darnos cuenta de que no hemos hecho nada positivo ni constructivo con el tiempo que nos dieron como una bendición para utilizarlo como parte de nuestro aprendizaje en este planeta Tierra. Sería penoso retirarnos de esta existencia con las manos vacías, sin haber dado nada, sin haber aportado nada.
Sería tan doloroso irnos sin haber dado, en este tiempo, los abrazos deseados, las caricias esperadas, el consuelo, el apoyo necesitado. Irnos sin haber regalado las alegrías, esperanzas, fortalezas. Sin haber dado nuestra compañía, nuestra presencia. Sencillamente sin habernos entregado a la vida.
Aprendamos, pues, a compartir nuestro tiempo pero no en cantidad sino en calidad.
Aprendamos a darnos en este tiempo, en este momento presente, que al fin y al cabo es lo único seguro y cierto que tenemos.
La autora es Abogada y Docente universitaria.