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viernes, 24 de mayo de 2013

Para las madres, nunca debe haber un día, ¡son todos de ellas!

Para aquel que sabe aquilatar el verdadero valor de tan hermoso y abnegado ser - “madre es madre; padre es cualquiera”, como siempre de ordinario se escuchaba decir en voz de los ascendientes -, realmente, “Día de las Madres” son todos los del año, no es uno solamente.
Y, difícilmente, nadie con tal condición, se embarque en estar haciendo “líos” económicos para corresponder a la manipulación mercadológica acostumbrada, de los que han establecido nada más un domingo, el último del mes de mayo, en nuestro caso por ejemplo, para un cuestionable mero cumplido, con tan magnas personas - las Madres -, representantes por demás, de la misma Naturaleza podría decirse, en términos analógicos.
Claro, muchos de los desorejados, y esnobistas, que se dejan embaucar por los comerciantes, y que no saben valorar a quien, como co-creadora con la Divinidad Suprema, e intermediaria por excelencia, les trajo al mundo, se inclinarán por abarrotar las tiendas y demás espacios para negocios, en pos de adquirir bisuterías y nimiedades, al igual que, agenciar algún tipo de servicio para allantar, con un sabor a cumplido, a sus señoras madres durante la única fecha que, por argucias mercantiles, les han vendido como valedera para tal fin. Al día siguiente, ¡si te vi, se me olvidó!
Pero, hay algo más. Aquí se estila normalmente, que en ocasión del día comercializado de que se trata, “para el cumplido de moda”, determinados sectores sociales eligen algunas damas “glamureadas” que son madres, para hacerles reconocimientos públicos, lo cual no es cuestionable porque no lo merezcan, sino en razón de que, hay otras que se podrían considerar más dignas de loas y honras en dicha celebración, por sus afanes diarios, y abnegación hacia sus hijos, todo en pos de proporcionarles una crianza adecuada, y hasta costearles sus estudios, que son miradas con indiferencia por los organizadores.
Son esas últimas, mujeres que se la pasan trabajando en las calles días y noches, realizando diversas actividades lícitas por supuesto; muchas veces, bajo la lluvia, cuando no los rayos del Sol. Se desempeñan por lo regular, como vendedoras de comidas y de chucherías variadas, dulces, frituras, frutas y otros. Además, se tienen las trabajadoras domésticas, siempre marginadas también, que por igual forman parte del grupo de madres laboriosas, y abnegadas con sus vástagos.
Pero ocurre que, a esas honorables damas tan sacrificas, cuya única “afrenta” es ser pobres, nadie les hace el favor de honrarles con ningún tipo de reconocimiento. Son olvidadas, ignoradas por completo, en esta sociedad en que sólo los niveles clasistas prevalecen.
¡Parece que las mismas no son madres también! Se les ve a aquellas, como simple ciudadanas procreadoras que, por desheredas de la fortuna completamente, no caben en los escenarios de los actos conmemorativos públicos durante ese único “Día de las Madres”; pues se cree, empañarían los mismos con su presencia. Ojalá que para este año, esa errada concepción haya comenzado a cambiar.
Para lo sí siempre son muy tomadas en cuenta, es para procurar sus votos durante las campañas electorales, llenándoles las cabezas de falsas promesas y demagogias a granel, en favor de los candidatos que se proclaman. ¡Ahí sí!, hasta les quitan los niños mocosos de los brazos para cargarlos ellos - los políticos y acólitos -, aunque luego se bañen con mucho jabón de cuaba, y se pasen un poco de alcohol etílico para desinfectarse, según lo consideran.
Así procedemos aquí, ¡lamentablemente!
El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!
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Autor: Rolando Fernández