Sus antiguos maestros y compañeros lo definen como un activista lleno de sueños e ilusiones con gallardias suficientes para enfrentar las dificultades que la vida desde su nacimiento le habia presentado, coincidiendo todos que ha sido una pena que se haya marchado al cielo siendo tan joven, pero que Dios le permitió hacerlo de la manera que más amaba, volando. Rafael Eduardo desde niño se destacó como miembro activo de la Iglesia Católica en la cual sirvió por varios años como monaguillo, y a la que continuaba asistiendo cada domingo que tenia la oportunidad, siempre con una sonrisa en sus labios y sin mostrar el arma que tenia asignada en su condición de oficial de las Fuerzas Armadas de nuestro pais, esto lo confirma el párroco de la iglesia de Cristo Rey, el sacerdote Roberto Cárdenas. Tambien sus amigos y compañeros lamentaban lo sucedido por tratarse de dos jovenes oficiales con toda una carrera por delante. En ese mismo el orden expresaban " Los aviadores no mueren solo vuelan más alto".
Por su parte su amigo Jose Luis Duarte, se pregunta sin encontar respuestas, porque Eduardo?, si era un joven tan bueno, sin nada de malicia, con una humildad increible. El recuerda que en su reciente viaje a la barriada de Cristo Rey pudo compartir mucho con el malogrado piloto y que siempre optaba por dejar guardada su pistola en su vivienda y que no hacia galanteo por su oficialidad. La respuesta de algunos sabios es que Dios manda a buscar a su reino a las personas buenas como Eduardo y su copiloto.
Por Julio Vasquez.