El pasado miércoles se cumplió 48 años en el que el cielo de abril cambió de color. Abril dejó de ser sólo el mes de la musa de los poetas, dejó de ser el mes de la continuidad de la primavera y se convirtió para nuestro país, para nuestro suelo en la trinchera del honor.
Hace 48 años los dominicanos y dominicanas dignos, respetables, los que no se vendían ni se corrompían, los que creían en que este proyecto de país podía ser fundamentado en valores y principios que lo encaminarían hacia un futuro democrático, tomaron las calles y las tiñeron con su sangre en reclamación de la restauración de su Soberanía, de su gobierno y Constitución.
Hace 48 años fuimos invadidos por segunda vez en nuestra historia por los dueños del Planeta, los mismos que hoy siguen invadiendo territorios ajenos, los cuales tenían en este entonces el apoyo de los serviles y vendedores de la Patria.
Hace 48 años, un 24 de abril peleamos, luchamos por volver a tener dignidad, por volver a la constitucionalidad y con ella a la institucionalidad.
Demostramos al mundo nuestra valentía y coraje. Nos dijimos a nosotros mismos que queríamos un Pueblo con un futuro viable, le expresamos en la revolución que queríamos basarnos en criterios, valores y principios que nos favorecieran a todos y a todas. Que los gobiernos nos respetaran y nos tomaran en cuenta como ciudadanos y ciudadanas
Han pasado 48 años y seguimos reclamando, exigiendo lo mismo, ojalá que no tengamos que luchar de una manera tan violenta para que nos hagan caso, pues dicen por ahí, que cuando hablamos y no nos escuchan tenemos que dar gritos para que nos atiendan.
Han pasado 48 años y nos podemos preguntar ¿qué logramos con la Revolución del Pueblo?: ¿Libertad? Sí, podríamos decir que hay libertad, tanta que en muchos casos se ha convertido en libertinaje e inversión de valores y principios.
¿Democracia? Sí, una democracia representativa amparada en una Constitución que sólo es modificada cuando le conviene a un grupito político.
Una democracia en la que participamos a través de representantes que al fin y al cabo no representan nuestros intereses.
¿Justicia social? Todavía estamos muy lejos de tenerla. Los pobres siguen siendo pobres en igual o más proporción, sin la debida protección social y sí mucha utilización.
¿Y qué más hemos logrado? Pues creo que mucha indiferencia. Nos hemos convertido en cultivadores del olvido a tal nivel que las generaciones posteriores cambiaron el idealismo patriótico por la ley del consumismo rápido y desequilibrado. A muchos de nosotros al preguntarle qué se conmemora en una fecha como la del 24 de abril, no saben que responder y confunden los datos históricos.
Tal vez estas generaciones no sean culpables a plenitud de su propia ignorancia. Más bien vale preguntarse dónde están los que debieron mantener viva la historia y no lo hicieron porque no les convenía remover viejos recuerdos.
Desde aquí pido un minuto de silencio y lirios blancos para todos esos hombres y mujeres que un día como el pasado miércoles 24 de abril del 1965, derramaron su sangre, entregaron sus vidas, en esa trinchera del honor. Ojalá que como dijo en uno de sus discursos, Francisco Alberto Caamaño Deñó: “Porque me dio el pueblo el poder al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. Por encima de todo, hemos logrado una conquista, de fecundas proyecciones futuras: ¡ La conciencia democrática!. Despertó el Pueblo porque despertó su conciencia”.
Eso dijo Caamaño hace 48 años, pero, ¿habrá despertado o no han dejado que esa conciencia despierte en el corazón del Pueblo?.