Como arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio se mantuvo al margen de la Curia Romana. Viajaba al Vaticano lo mínimo indispensable y por encomiendas muy puntuales. Rechazaba a menudo las invitaciones a cenar en restaurantes y prefería visitar en privado a sus amigos. Esto lo preservó de las intrigas curiales del anterior pontificado.
Pero como Papa deberá gobernar y para hacerlo necesitará su propio equipo con un personaje clave: el secretario de Estado, el responsable de la política interior y exterior de la Santa Sede. Por ahora y temporalmente el Papa confirmó en sus puestos a todos los colaboradores de Benedicto XVI, incluido el cardenal Tarcisio Bertone. A quien pronto deberá sustituir.
Desde su elección como obispo de Roma Bergoglio pareció conceder un lugar especial Lorenzo Baldisseri, secretario de la Congregación para los Obispos y también secretario del Cónclave. En la Capilla Sixtina le colocó en su cabeza el solideo color rojo de cardenal cuando este le entregó el blanco. Por eso durante la primera bendición del nuevo Papa fue posible verlo portando esa indumentaria ajena a su dignidad eclesial.
En su primera semana como líder máximo de la Iglesia Francisco ya sostuvo audiencias con clérigos que conocen bien la Curia Romana. Uno de los primeros en reunirse en privado con él fue el cardenal Paul Josef Cordes, presidente emérito del Pontificio Consejo “Cor Unum”. La tarde del viernes 22 de marzo también recibió a su connacional Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.
Este lunes 25 conversó con el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y uno de los “papables” del último Conclave, así como con Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
El Papa argentino decidió mantener un ritmo sostenido de trabajo, por ello suele recibir personas incluso por la tarde. El domingo 17 invitó a una conversación al prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás Pachón mientras el jueves 21, también por la tarde, se reunió con el rector mayor de la orden de los Salesianos, Pascual Chávez Villanueva y su vicario, Adriano Bregolin.
Quienes conocen bien a Jorge Mario Bergoglio afirman que él siempre supo mantener amistad con personalidades muy diversas entre sí. Y eso quedó claro el día que recibió en El Vaticano al premio Nobel de la Paz y conocido activista de izquierda, Adolfo Pérez Esquivel. Inmediatamente después se entrevistó con el procurador general del Opus Dei, Carlos Maria Nannei, a quien conoce desde que era vicario de la Obra para la Argentina.
En sus primeras jornadas como Papa, Francisco ha sabido confiar en los secretarios privados de su antecesor: el sacerdote maltés Alfred Xuereb y el también prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, con quien mantiene una distendida relación. Además acepta de buena gana la asesoría del maestro de las ceremonias litúrgicas pontificias, Guido Marini y del ceremoniero argentino Guillermo Karcher.
A la ayuda de todos ellos podrá sumar la amistad de Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, a quien le escribió el prólogo de su libro: “Bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos: ayer y hoy”, editado en España en el año 2011.
por Andrés Beltramo