“Y realizar la Mujer y hacerla Rosa es convertir en lágrimas los nidales
 y transformar las estrellas en jardines, y ver tornar los besos en 
poemas y la transformación del mundo en pequeñas canciones…(Euridice 
Canaán, Fragmento de “El Rito”). 
Hoy se conmemora un aniversario
 más del Día Internacional de la Mujer. Muchas veces nos encontramos en 
los diferentes lugares donde ejercemos nuestras actividades cotidianas 
con preguntas de por qué se conmemora este día, tergiversando en algunas
 ocasiones su esencia. También nos encontramos con comentarios 
procedentes, en su mayoría, del género masculino de que de los 365 días 
que tiene el año hay uno para la mujer los demás son de ellos, 
comentario desfasado para las nuevas mentalidades y  actitudes del siglo
 XXI pero que todavía algunos osan en hacer.
    
Lo importante de
 estas líneas es destacar dos puntos del día 8 de marzo tendientes a 
orientar y darle a conocer algunos  datos de porque se conmemora esta 
fecha.
En primer orden, nos encontramos con que este día nació con el
 Movimiento Socialista manifestado a  principios del siglo XX, 
ofreciéndoles a las mujeres de todo el mundo nuevas perspectivas e 
invitándolas a interesarse en su propio destino y en cómo transformarlo.
    
Las
 fechas del 8 de marzo coincidieron en diferentes épocas, años y países 
por diferentes reclamaciones; como por  ejemplo, en 1857 un 8 de marzo, 
en la ciudad de New York,  las obreras de las fábricas textiles hicieron
 una huelga con el propósito de demandar laboralmente, es decir, hacer 
reclamaciones de más salario, reducir la jornada de trabajo de 16 horas a
 10 horas y un descanso dominical trayendo como resultado el asesinato 
masivo de las mismas  sin quedar ningún indicio.                
 Ni
 la prensa de aquella época, ni las diferentes historias del movimiento 
obrero americano o del feminismo de la época pudieron registrar ni 
reportar esa masacre.
   
 Así mismo en 1905, en Rusia, un grupo 
de mujeres se manifestaron en contra de la dictadura de los Zares, 
trayendo como consecuencia el derrocamiento de la dictadura y el inicio 
del Socialismo.
    
En 1908, de nuevo en la ciudad de New York, 
un grupo de manifestantes se van a  huelga para reclamar nuevamente, 
demandas laborales y reducción de jornada laboral a 8 horas, trayendo  
como consecuencia la muerte de 129 mujeres obreras incendiadas dentro de
 la fábrica  quemadas vivas.
   
 En 1910, en Alemania, una 
activista alemana, de nombre Clara Zethín, propuso el 8 de marzo como el
 Día Internacional de la Mujer, su propósito principal era obtener el 
derecho al voto, ya que las leyes de Brimark en Alemania, prohibían a 
las mujeres participar en las reuniones públicas.
    
En 1917, de
 nuevo en Rusia, las obreras del Petrógado bajan a las calles y hacen 
que se declare este día como el Primera Día de la Revolución.
     
Como
 podemos observar, son diferentes años, países y manifestaciones que 
conllevan a un mismo día.  Y a pesar de todos estos acontecimientos 
trágicos, es en el comienzo del Decenio (1975-1985), cuando la 
Organización de las Naciones Unidas (ONU), decide incorporar esa fecha 
en su agenda de conmemoraciones y reclamaciones. 
    
Hemos 
llegado al siglo XXI y todavía subsisten las causas que impulsaron a 
esas trabajadoras y activistas a rebelarse y reclamar sus derechos, 
tales como:  Salarios insuficientes, jornadas agotadoras, doble función 
de trabajadoras y amas de casas, discriminaciones,  mucha violencia y 
feminicidios.
    
En segundo lugar, nos encontramos con que a 
pesar de los logros obtenidos tanto a nivel nacional como internacional 
en lo que respecta al reconocimiento de la sociedad patriarcal de los 
espacios económicos, políticos, sociales, civiles en los cuales la mujer
 de hoy se ha desarrollado y destacado, todavía hay muchos caminos por 
recorrer y uno de esos arduos caminos es la concientización,  educación y
 aceptación de las nuevas generaciones femeninas y masculinas para 
encontrar el punto de equilibrio y de complemento de ambas partes sin 
querer aplastar a la otra.
    
Es el momento de buscar la armonía
 entre los géneros a través de la equidad y  la igualdad equilibrada 
orientando a las nuevas  generaciones hacia la nueva masculinidad y 
feminidad. 
Josefina Almánzar
La autora es Abogada y docente universitaria.
