La vida humana es cíclica, y por tanto, al nacer, somos dependientes, frágiles e inofensivos, por lo que se necesita del auxilio de nuestros padres, o de aquellas que velan y cuidan por nosotros.
Crecemos, y en plena juventud, y henchidos de energía, somos capaces de mover montañas, saltar vallas, surcar mares y ríos. Llega la edad de la decrepitud,- que es como si retornáramos a la niñez-, y las fuerzas van disminuyendo, sin poderlo evitar. Con ese cuadro necesitamos de algún lazarillo que nos ayude a dar un paso, y el siguiente.
Algo parecido, ha acontecido al Romano Pontífice número 265, quien sorprendió al mundo con su inesperada renuncia como obispo de Roma y sucesor de Pedro. Su carta expresa en síntesis lo que en su interior peregrinaba desde hace un año, dejar el timón a otro más joven, que pueda guiar la delicada “Barca de la iglesia”, que navega por el mar de la vida.
He aquí algunos fragmentos de su carta, leída el pasado 11 de febrero, dice: “que después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino…el mundo de hoy…sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer el ministerio que me fue encomendado…”
El hecho de que se atreviera a presentar la renuncia libremente, y de reconocer sus limitaciones físicas, demuestra su valentía y humildad a toda prueba. Es en el fondo una actitud honesta, pues ser papa, es una grave responsabilidad, exige oración prolongada, concentración, y desplazarse a cualquier rincón del mundo, cuando las circunstancias los requieren.
Joseph Aloisius Ratzinger Rieger, nace el 16 de abril de 1927, Marktl am Inn, Baviera, Alemania. Fueron sus padres Joseph y María. Tiene un hermano sacerdote, que aun vive, llamado Georg.
Ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951, más tarde fue un destacadísimo profesor de teología en la universidad de Bonn, Münster, Regensburg, y Tubinga. Promovido al episcopado el 28 de mayo de 1977, y ordenado obispo de la arquidiócesis de Munich y Freising, por Mons. Josef Stangl; y un mes más tarde creado cardenal, por Paolo VI, el 27 de junio del mismo año. Juan Pablo II, que ya lo conocía desde que coincidieron en el consistorio del Vaticano II ( 1962-1965), lo nombra en el año 1981, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Aquí permanecerá hasta ser electo Papa el 19 de abril de 2005, sucediendo al beato Juan Pablo II, quien cesa por fallecimiento.
Hoy se le reconoce como uno de los teólogos más destacados, se le denomina como el papa de la palabra, con una claridad de pensamiento impresionante, cada vez que se le hace una entrevista, puede publicarse tal cual, por la logicidad, agudeza y profundidad de sus palabras.
Mons. de la Rosa, arzobispo de Santiago, dijo a raíz de la noticia de su renuncia: “Benedicto XVI, fue grande como teólogo, grande como cardenal, grande en su pontificado, y hoy grandioso en su renuncia al Pontificado.”
El canon 332,2, nos recuerda que si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no sea aceptada por nadie.
La Constitución Apostólica: UNIVERSI DOMINICI GREGIS, del año 1996, es el documento que rige las normas para la elección del Sucesor de Pedro. Para elegir y ser elegido se necesita tener menos de 80 años de edad. No se requiere la dignidad cardenalicia, pero si se elige un varón bautizado, y este acepta la elección, tendrá que recibir la ordenación episcopal.
Con su renuncia que entrará en vigor el 28 de febrero a las 20 horas (8:00 p.m. en la República Dominicana), la sede de San Pedro, quedará vacante, una vez el papa entregue carta de renuncia formal al colegio cardenalicio, órgano electoral y supremo de la iglesia católica, aquí la cuestión es irreversible, y no puede volverse atrás. Será el cardenal camarlengo, Tarcisio Pietro Evasio Bertone a quien corresponde organizar el cónclave y presida la sala para la elección de un nuevo Sumo Pontífice.
Benedicto XVI, convirtió en el año 2007 en absoluto el requisito de mayoría cualificada, de dos tercios de los cardenales electores, derogando el paso de la mayoría absoluta (la mitad mas uno) a partir del trigésimo tercer escrutinio. Con las nuevas normas, solo pueden ser papables los candidatos de muy amplio consenso.
Finalmente ahora como iglesia, estamos llamados a orar para sea Espíritu Santo, quien nos regale el papa que exige el momento histórico que vive el mundo.
Felipe de Jesús Colón Padilla.