(Agencias/InfoCatólica) Las palabras del Arzobispo de Madrid estuvieron precedidas por las de Benedicto XVI, a través de una conexión en directo con Roma. El pontífice hizo este llamamiento ante los miles de fieles que acudieron hoy a la plaza de San Pedro del Vaticano al tradicional rezo del Ángelus dominical, en la fiesta de la Sagrada Familia, que fue retransmitido en una pantalla gigante en la madrileña Plaza de Colón.
El Papa pidió a los asistentes que recen para que todos los niños sean acogidos como un don de Dios, con el amor del padre y de la madre, “para poder crecer como Jesús, en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres”.
Exhortó a los padres para que “se preocupen seriamente” de la educación y del crecimiento de sus hijos, “para que maduren como hombres responsables y honestos ciudadanos, sin olvidar nunca que la fe es un don precioso”, que se debe promover en ellos también con el propio ejemplo.
Benedicto XVI llamó a rezar en esta jornada por todas las familias del mundo y expresó su deseo de que “la fidelidad y la dedicación de María y José sean un ejemplo para todos los esposos cristianos”. Asimismo, destacó que estos “no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios”.
No obstante, se ha preguntado: “¿Cuáles son las vías para comprenderla y realizarla venciendo los obstáculos económicos, sociales, culturales, jurídicos y políticos tan formidables se interponen en su camino?”.
Según ha aclarado, la respuesta se encuentra en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, como la de este domingo en el que se celebra la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret en la que, según ha recordado, se inició la “historia de la salvación del mundo”.
Rouco ha señalado que la fe “clarifica y dignifica las relaciones humanas, y las convierte en cauce de auténtico amor”. “Amor que una a los hombres como hijos de Dios en la familia, en la sociedad y, por supuesto, en la Iglesia. El amor que hará posible terminar con esas dramáticas situaciones que se derivan de la extrema facilidad con que se llega al divorcio, se rompen las familias y se somete a sus miembros más débiles, a los niños, a una dolorosísima tensión interior”, ha añadido.
Un amor, ha continuado, “dispuesto al socorro y a la ayuda sacrificada y generosa de las familias entre si y entre sus miembros en las circunstancias tan frecuentes y dolorosas del paro, de las dificultades económicas, morales y espirituales”.
“Un amor, que, perseverantemente vivido al calor y con la fuerza de la fe cristiana, hará posible terminar con la estremecedora tragedia del aborto practicado masivamente desde los años 70 del pasado siglo en la práctica totalidad de los países europeos, incluida España, al amparo de una legislación, primero despenalizadora del mismo y, luego, legitimadora”, ha opinado.
Y ha apostillado: “Seamos fuertes y valientes todos con vosotros en la Comunión de la Iglesia: los Pastores –Obispos y presbíteros–, los consagrados y todos los fieles laicos”.
“Sería una gravísima responsabilidad pastoral y apostólica dejaros solos en esta situación tan dramática, producida por una crisis que os afecta muy directamente en lo económico; pero, sobre todo, en el reconocimiento social, cultural y jurídico que se os debe”, ha indicado Rouco.
Una crisis moral y espiritual que surge y se plantea en sus orígenes, ha destacado, como “una crisis de fe con pocos precedentes en la historia de Europa y de España”. “No importa que el mundo no nos conozca, incluso que nos rechace –ha apuntado–. En el fondo de esas posturas negadoras de la verdad de la familia cristiana, está operante el hecho social de no querer conocerle a El”.
Por ello, la ha propuesto como “la única sólida esperanza” a la luz de “la realidad social y cultural que la envuelve y lo fugaces e inoperantes que son las alternativas que se proponen para salir de la crisis de verdadera y honda humanidad”.
El Papa pidió a los asistentes que recen para que todos los niños sean acogidos como un don de Dios, con el amor del padre y de la madre, “para poder crecer como Jesús, en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres”.
Exhortó a los padres para que “se preocupen seriamente” de la educación y del crecimiento de sus hijos, “para que maduren como hombres responsables y honestos ciudadanos, sin olvidar nunca que la fe es un don precioso”, que se debe promover en ellos también con el propio ejemplo.
Benedicto XVI llamó a rezar en esta jornada por todas las familias del mundo y expresó su deseo de que “la fidelidad y la dedicación de María y José sean un ejemplo para todos los esposos cristianos”. Asimismo, destacó que estos “no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios”.
Amor de la familia cristiana frente a las tragedias del divorcio y el aborto
En su homilía, el cardenal Rouco Varela ha apuntado la necesidad urgente de actualizar “la doctrina de la fe sobre la verdad eterna del matrimonio y de la familia”. “¡Hoy, quizá, mucho más!. Esta verdad del matrimonio cristiano es la verdad de vuestras vidas”, ha dicho dirigiéndose a las familias presentes en la Eucaristía, antes de apostillar: “Ignorarla y, más aún, despreciarla es poner en juego su misma viabilidad histórica. Sin la verdad del matrimonio, el organismo vivo, que es la sociedad, se desintegraría. Se pondría en peligro el hombre mismo”.No obstante, se ha preguntado: “¿Cuáles son las vías para comprenderla y realizarla venciendo los obstáculos económicos, sociales, culturales, jurídicos y políticos tan formidables se interponen en su camino?”.
Según ha aclarado, la respuesta se encuentra en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, como la de este domingo en el que se celebra la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret en la que, según ha recordado, se inició la “historia de la salvación del mundo”.
Rouco ha señalado que la fe “clarifica y dignifica las relaciones humanas, y las convierte en cauce de auténtico amor”. “Amor que una a los hombres como hijos de Dios en la familia, en la sociedad y, por supuesto, en la Iglesia. El amor que hará posible terminar con esas dramáticas situaciones que se derivan de la extrema facilidad con que se llega al divorcio, se rompen las familias y se somete a sus miembros más débiles, a los niños, a una dolorosísima tensión interior”, ha añadido.
Un amor, ha continuado, “dispuesto al socorro y a la ayuda sacrificada y generosa de las familias entre si y entre sus miembros en las circunstancias tan frecuentes y dolorosas del paro, de las dificultades económicas, morales y espirituales”.
“Un amor, que, perseverantemente vivido al calor y con la fuerza de la fe cristiana, hará posible terminar con la estremecedora tragedia del aborto practicado masivamente desde los años 70 del pasado siglo en la práctica totalidad de los países europeos, incluida España, al amparo de una legislación, primero despenalizadora del mismo y, luego, legitimadora”, ha opinado.
Fortaleza de las familias y apoyo de toda la Iglesia
Para Rouco, “hay esperanza para afrontar victoriosamente estos tremendos desafíos planteados al hombre y a la sociedad”. Ha insistido en la importancia de las familias cristianas y les ha exhortado “a ser fuertes” y “valientes en la fidelidad y en la renovación constante de un amor fecundo como esposos y padres de familia”.Y ha apostillado: “Seamos fuertes y valientes todos con vosotros en la Comunión de la Iglesia: los Pastores –Obispos y presbíteros–, los consagrados y todos los fieles laicos”.
“Sería una gravísima responsabilidad pastoral y apostólica dejaros solos en esta situación tan dramática, producida por una crisis que os afecta muy directamente en lo económico; pero, sobre todo, en el reconocimiento social, cultural y jurídico que se os debe”, ha indicado Rouco.
Una crisis moral y espiritual que surge y se plantea en sus orígenes, ha destacado, como “una crisis de fe con pocos precedentes en la historia de Europa y de España”. “No importa que el mundo no nos conozca, incluso que nos rechace –ha apuntado–. En el fondo de esas posturas negadoras de la verdad de la familia cristiana, está operante el hecho social de no querer conocerle a El”.
Por ello, la ha propuesto como “la única sólida esperanza” a la luz de “la realidad social y cultural que la envuelve y lo fugaces e inoperantes que son las alternativas que se proponen para salir de la crisis de verdadera y honda humanidad”.