Cuando iniciamos una tarea, sea humana, académica, espiritual o social, es tanto el entusiasmo que sentimos trabajando de día en día, que nos olvidamos con facilidad que lo iniciado tendrá un final. Y eso es lo que ha acontecido con la vida sacerdotal y pastoral de Mons. Moya, quien el 28 de julio de este año concluyó su fecunda labor pastoral en la diócesis de San Francisco de Macorís. Fueron 28 años de entrega generosa y abnegada por la ciudad del Jaya, y las provincias de Nagua y Samaná.
¿Cómo nace la vocación del jovencito Jesús María? Su testimonio vocacional aparece en el libro del Padre Ciprián Hilario, MSC: “El secreto de la llamada de Dios”… La vocación es siempre un misterio de amor. Dios llama a una persona porque le ama y la quiere enviar a una tarea, a una misión, a quien Dios ama entrañablemente…mi familia me ofreció un clima propicio…pude descubrir que Dios me llamaba a esta experiencia concreta al ver tanta necesidad y escasez de sacerdotes en nuestra Patria…el Señor me ha ido guiando por caminos luminosos, y yo le he ido respondiendo con las limitaciones y deficiencias, que muchos saben y conocen…el Señor nunca desampara. Él llama para una misión pero da la capacidad para realizarla… (págs. 181-182).
Mons. Moya, nació el 28 de noviembre del 1934, en Sabana Angosto, Villa Tapia, provincia Salcedo. En el año 1950, sintiendo la llamada de Dios para ser sacerdote, ingresa al Seminario Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo, donde estudió, Filosofía y Teología.
Sus padres Gil de Jesús y Nicolasina Moya, procrearon 16 hijos, dos ellos sacerdotes el P. Ercilio Moya (f) y, Mons. Jesús María. Bautizado en diciembre de 1934, por Fr. Francisco de Castro.
Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1961, por S.E.R. Mons. Hugo Eduardo Polanco Brito.
El 9 de octubre de 1962 lo nombran vice-rector del Seminario Menor San Pío X, en Licey al Medio, Santiago y, en 1966 fue designado Rector de dicho Seminario.
El Papa Paolo VI, lo nombra obispo auxiliar de la diócesis de Santiago de los Caballeros, y el 21 de mayo del año 1977, recibe su ordenación episcopal. El 20 de abril, el beato Juan Pablo II, lo nombra, segundo obispo de San Francisco de Macorís, toma posesión el 5 de mayo.
Puedo decir que Mons. Moya es un obispo cercano, solidario, trabajador y de testimonio. Su manera de vivir la fe y su sacerdocio es un estímulo para los seminaristas y los que estamos ejerciendo el ministerio sacerdotal.
Es interesante las opiniones que vierten algunas figuras de la vida pública nacional, sobre del ministerio episcopal y pastoral de Mons. Moya.
Mons. Agripino Núñez, rector de PUCMM, aduce que ha sido una bendición y un regalo de Dios para la iglesia dominicana. Mons. Fausto Mejía, expresa que ha sido una figura clave para la iglesia dominicana. Es sencillo, humilde y servicial. El R.P. Ramón Alfredo de la Cruz, rector de la UCNE, afirma que Mons. Moya es un ejemplo de santidad, se ha entregado al servicio de la comunidad, siempre en busca del bien común. En ocasión de sus bodas de Oro Sacerdotales el Senado de la República, le entregó un reconocimiento.
Y recientemente la UCNE, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Humanidades, por sus aportes brindados en el ámbito social, espiritual, humano y académico.
Dios le conceda salud y fortaleza espiritual a nuestro querido Mons. Moya, y que la virgen María le acompañe siempre.
Felipe de Jesús Colón Padilla.