En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan
escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al
cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de
estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si
se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces
se vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás. Dijeron los apóstoles
al Señor: Auméntanos la fe. El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de
mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os
habría obedecido.
Oración introductoria
Señor, antes
de iniciar mi meditación te pido me perdones por todas las veces en que he sido
ocasión de pecado y dame la bondad y el amor necesario para que yo también
perdone de corazón todas aquellas ofensas que me han herido o molestado.
Petición
Jesús, no permitas que el resentimiento, el
enojo o la ira dominen mi interior y dame un corazón misericordioso, como el
tuyo.
Meditación del Papa
La segunda parábola utiliza
también la imagen de la semilla. Aquí, sin embargo, es una semilla particular,
el grano de mostaza, considerado el más pequeño de todas las semillas. A pesar
de lo pequeño, sin embargo, está lleno de vida, y al partirse nace un brote
capaz de romper el suelo, de salir a la luz solar y de crecer hasta convertirse
en "la más grande de todas las plantas del jardín": la debilidad es la fuerza de
la semilla, el partirse es su fuerza. Así es el Reino de Dios: una realidad
humana pequeña, compuesta por quien es pobre de corazón, por quien no confía
solo en su propia fuerza, sino en la del amor de Dios, por quien no es
importante a los ojos del mundo; no obstante, a través de ellos irrumpe el poder
de Cristo y transforma aquello que es aparentemente insignificante. La imagen de
la semilla es particularmente querida por Jesús, ya que expresa claramente el
misterio del Reino de Dios. Benedicto XVI, 17 de junio de 2012
Reflexión
Estamos rodeados de testimonios edificantes, de
personas ejemplares, coherentes, generosas... Pero tenemos la costumbre de
fijarnos y hablar sólo de los “escándalos” que por ahí nos encontramos. Aquel
joven, la vecina, un político... todos pasan por nuestro tribunal.
Es
una realidad innegable que, como hombres que somos, tenemos debilidades y
flaquezas (Si alguien no las tiene, puede inscribirse en el registro de los
ángeles sobre la tierra), que, por lo demás, son evidentes a los ojos de los
demás, sobre todo en algunas ocasiones. Algunas veces hasta pueden provocar
escándalos.
Sin embargo, la inspiración divina bien colocó este pasaje
seguido inmediatamente de otro que versa sobre el perdón. Nuestra tarea no es
entonces juzgar ni mucho menos buscar como detectives los “talones de Aquiles”
de nuestro prójimo. Será mejor si, por nuestra parte, nos esforzamos para dar el
mejor testimonio, y si fijamos nuestra atención en las virtudes de los demás.
Propósito
Cuando alguien nos escandalice con su conducta,
no juzguemos y sepamos perdonarle de corazón, sabiendo que quien confía en el
poder de Dios, puede trasplantar un árbol al mar.
Diálogo con
Cristo
Señor, te pido perdón por las veces que me he olvidado de Ti.
Perdón por todo lo que te haya podido lastimar. Perdón, porque he sido capaz de
herirte en mis hermanos. Gracias por tu perdón, Señor, confío en tu misericordia
infinita.