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domingo, 7 de octubre de 2012

República Dominicana: un país de grandes injusticias

Por RAMON EMILIO ESPINOLA.


Recientemente José Alejandro Vargas, juez de la Oficina de Atención Permanente del Distrito Nacional, dictó una disposición de visita permanente contra Marielena Rodríguez, quien al conocer la medida de coerción en su contra, con lágrimas en los ojos dij “Tomé una lata de leche porque mi niña más pequeña, que tiene dos años estaba desesperada llorando de hambre”. La pobre mujer fue detenida a la espera de que las autoridades le permitan su libertad condicionada.
Los abogados Tomás Castro y Harol Echavarría Gómez, quienes defendieron a la pobre mujer de forma pro bono, o sea gratuitamente, argumentaron que el delito fue un simple robo famélico. Este hecho retrata de cuerpo entero la sociedad dominicana, cuyos preceptos morales están basados en el engaño y la mentira, donde las grandes mayorías se encuentran desposeídas de todo lo necesario para vivir, y cada día son empujadas al abismo de lo indescriptible.
Cuántas mentiras se encuentran escondidas detrás de la fachada de una sociedad permisiva y complaciente para el crimen y la injusticia.
Cuando Joaquín Antonio Balaguer Ricardo escribió en el prólogo de su Tebaida Lirica: “Yo odio el medio en que me ha tocado nacer”, no lo dijo por decirlo. Lo sentía, y con razón lo expresó, y pienso que una gran mayoría del pueblo dominicano lo siente de la misma forma y por diversas razones.
¿Dónde esta la voz de la iglesia? Perdón, si la iglesia nuestra es sorda y ciega, solo sirve para cuestionar la conducta de los que sufren, pero jamás hablan de los que explotan, y yo me pregunt ¿acaso el gran maestro galileo no dijo que había que dar de comer al hambriento?. Si mal no recuerdo, creo que fue el amado maestro Jesús el que tantas veces manifestó que había que amar al prójimo como a nosotros mismos. Bueno, demos una mirada hacia La Barquita y luego observemos cómo viven los burócratas de la ingrata sociedad para comprender definitivamente que el pueblo dominicano no tiene dolientes.
¿Cómo es posible que a los obreros de la caña después de dejar su vida en el campo se le niegue una mísera pensión?. Como diría un dominicano común, eso no tiene nombre.
Pero ¿qué se puede esperar si a un maestro después de cuarenta años de servicios se le otorga una pensión que no le da ni para comer, mientras a los burócratas de las llamadas instituciones descentralizadas del Estado los pensionan con más de medio millón de pesos mensuales después de haber servido solo tres, o cuatro años?.
Lo cierto es que los políticos, y eso es una realidad en cualquier parte del mundo, sólo hablan mentiras mientras su corazón esta lleno de maldad. Creo que es algo insólito acusar a alguien de ladrón cuando una persona se ve en la desgraciada obligación de tomar algo para su sustento diario. Recordemos que los verdaderos ladrones están concentrados en las altas capas sociales y como trepadores se han hecho dueños del país a expensa de las desgracias de un pueblo que se muere de hambre.
Por tal razón debemos de concluir que la señora Marielena Rodríguez, con su acto de justicia social al tomar una lata de leche para darle de comer a su hija, actuó con la dignidad y el decoro que todo ser humano explotado y hambriento ha de actuar, y puedo decir que esta señora tiene mas respeto y vergüenza que los dromedarios que se regodean en sus casas de lujo sin importarle las necesidades del pueblo que explotan. ¿Hasta cuando sucederán cosas como éstas?.
Y como tarea para los moralistas, pregunt ¿Acaso tiene alguien derecho a lo superfluo mientras alguien carece de lo estricto?.
av/am