Hablar de dos mujeres de nuestra historia como son Marta y Maria las hermanas de Lázaro, aquel amigo inseparable y amado por Jesús, nos debe remontar obviamente a una etapa muy bella en la vida de Jesús; su entrega por los demás, y su humildad desbordante,que siendo hijo de Dios le permitia recorrer el mundo caminando o en burro, andándo en sandalias para llevar su propio evángelio, el mismo que su padre le habia asignado, pero aun asi sacaba tiempo para compartir y disfrutar de una amistad pura a través de su gran amigo Lázaro y sus hermanas. Que bendición las de estas mujeres que abrian las puertas de su casa para que el hijo de Dios compartiera con su hermano a quien amaban con tantas intensidad por ser el unico varón
Estas mujeres hacian más placentera la estadia o visita de Jesús en su hogar; pues,una se dedicaba a la cocina y de esa manera poder brindar al maestro su plato favorito en la comida, con sus respectivos aperetivos,mientras, que la otra se dedicaba al cuidado personal del mejor amigo de su hermano consentido. Y hoy nos deja una reflexión ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a abrir las puertas de nuestros hogares, de nuestras vidas para que Jesús sea el huésped de honor?, quienes de nosotros estamos dispuestos para acudir o llamar a Jesús cuando los problemas nos agobian y decirle maestro si hubiera estado en nuestra vida de seguro que estas situaciones o problemas no nos hubieran llegado.
¿Cuántos de nosotros creemos que si permitimos que Jesús llegue a nuestras vidas no moriremos para siempre,porque al igual que Lázaro vamos a resucitar y estaremos para siempre habitando en la viña del Señor?
Hermanos, estas mujeres nos han dado la clave para depositar toda nuestra confianza en el Señor de Señores, en el mejor amigo del ser humano.